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Carnaval: Dios y Patria

¡“No hay festejos”! ha dicho categóricamente el Alcalde de la época Julio Montes.

Por: Moisés Pineda Salazar.

¿Qué estaba pasando en Barranquilla?

  • A Dios lo que es de Dios.

El Papa Pio XI, con fecha 7 de Julio de 1932, había expedido la Bula Máxime Quidem por medio de la cual elevaba a Barranquilla a la condición de Diócesis, independizándola de la arquidiócesis de Cartagena.(1)

El Nuncio Monseñor Paolo Giobbe y el Arzobispo Monseñor Pedro A Brioschi.


El 12 de febrero de 1933, el Nuncio Apostólico, Monseñor Paolo Giobbe, dio lectura en la Iglesia de San Nicolás, al Decreto Pontificio del año anterior, un día antes de las acciones armadas en Tarapacá que precipitaron la guerra. 

Se contó con la presencia del Arzobispo de Cartagena Monseñor Pedro Adán Brioschi (2) de las autoridades civiles y militares y de una numerosa concurrencia que llenó las tres naves del templo, el atrio y se aglomeró en sus alrededores. 

En el aspecto confesional, aquella decisión del Sumo Pontífice materializaba el anhelo que los fieles barranquilleros venían acariciando y promoviendo desde cuando en el Gobierno de Rafael Reyes, en 1905, la ciudad fue declarada Capital del nuevo Departamento del Atlántico cuyo territorio se escindía del de Bolívar y en él quedaban comprendidas las Provincias de Barranquilla y de Sabanalarga.(3)

En el ámbito político, propio del Jefe de Estado Vaticano, aquella fue una decisión que involucraba a una comunidad política, a la que se consideraba homogénea y católica, residente en una de las jurisdicciones claves en la formación del poder político nacional, que había caído en manos de un Partido, el Liberal (4), que era mostrado en el discurso y en la prédica desde los púlpitos como una institución masónica, atea, descreída y anticlerical. 

Monseñor Paolo Giobbe, un diplomático de carrera que venía representando al Vaticano en Colombia desde 1925, sabía de ” la letra menuda” que explica este reconocimiento a Barranquilla que le llegó con veintidós años de tardanza, luego de haber tenido en el Arzobispo Brioschi su principal opositor desde 1911 (5), aunque otros le adjudican tal “resistencia” al mismo Padre Carlos Valiente.(6)

Segregarse de Cartagena y adquirir sus propias autonomías fue un propósito en el que la Masonería Barranquillera avanzó mucho más rápidamente que la Iglesia Católica lo cual fue alinderando sectores de opinión proclives a mantener los lazos con Cartagena y otros a disolverlos y a hacer de Barranquilla una Comunidad Eclesial y Política diferenciada de sus matrices cartageneras y bolivarenses. 

Sin embargo, había un aspecto de la realidad que superaba y unificaba a ambas tendencias, como la guerra con el Perú unificaba a Conservadores y Liberales, la llamada: “cuestión religiosa en Colombia”.(7)

Es por eso que, una vez pasado el ceremonial y superadas las obligaciones protocolarias, se suscitó la discusión pública acerca de a quién correspondería la dignidad episcopal. Si al Padre Carlos Valiente, hombre humilde, recto y de pensamiento liberal, abierto a la colaboración con las organizaciones civiles e independientes de los gobiernos, adscritas a la Masonería y al Liberalismo, en procura de atención y solución de las necesidades de los más pobres a través de instituciones como el Hospital de Caridad y sus anexos, y del Cementerio Universal. O si al Padre Pedro María Revollo, formado en las canteras del Pio Latino Romano, agente del proyecto teocrático de La República Católica, militante del Partido Conservador y comprometido con las estructuras de poder de dicha organización política. O a un tercero que nada tuviera que ver con los asuntos políticos del lugar.

El objeto simbólico en el conflicto entrambos sectores, en el pequeño espacio de tiempo que hacía creer que ya no habría guerra, fue la necesidad, o no, de construir una Iglesia Catedral que reemplazara a la de San Nicolás.(8)

A César lo que es de César. (9)

Pero como “con candela no hay perro flojo”, aquellas notorias desavenencias, rápidamente cedieron paso a las urgencias de la guerra. (10)

El día 12 de febrero, al mando del Ingeniero Óscar Ordóñez de la Haza, un grupo de civiles armados y militares se tomaron a Leticia con el argumento de que aquello era la explosión de patriotismo de una Región que nunca aceptó el tratado Solomon – Lozano y que acudió al llamado de sus conciudadanos “que se encontraban bajo el dominio colombiano”.(11)

Cuando el cable, las emisoras radiales y las ediciones extraordinarias de los dos periódicos de la Ciudad anunciaron que la guerra había estallado aquello, lejos de producir desazón en el ánimo de los barranquilleros, antes produjo una movilización de manifestantes, sin precedentes, que copó los dos costados del Templo tutelar de la Ciudad y La Plaza de San Nicolás. 

Allí, encendidos discursos de adhesión al Gobierno Nacional inflamaban de patriotismo y de sinceros deseos de ir a pelear contra el Perú, como si tuviera una sola ánima el cuerpo hecho multitud. 

La gran manifestación patriótica

 

La rabia en contra de la actitud bochornosa del Gobierno del Perú, a cuyo presidente motejaban de “orangután”, “matón internacional” y “dictador”, insuflaba ira en el ánimo de los manifestantes.(12)

“Primer triunfo armado de Colombia” titulaban los periódicos del día 14 indicando que a sangre y fuego habían tomado las posiciones usurpadas por el invasor. Aquello despertó un “indescriptible el entusiasmo patriótico en Cartagena”, y en Santa Marta se celebró “un imponente desfile” 

 

 

A pesar de aquel ambiente de beligerancia, no faltó el grupo de inconscientes carnavaleros que desde Cartagena le propusieron a Edelmira De La Vega, una hermosa joven residente en Puerto Colombia, que aceptara ser la presidente del Carnaval del Club La Popa. 

La agraciada declinó a tan alto honor porque el “estado actual de guerra me impide realizar vuestros deseos y los míos de complaceros” (13)

  • Leticia y Tarapacá.

En una ciudad, en la que muy pocos sabían dónde quedaba Leticia, era entendible que el público se preguntara ¿qué fue eso de “La toma de Tarapacá”? 

Aún hoy en día, pocos saben que se trata de un corregimiento del Departamento del Amazonas que fue tomado por las Fuerzas Armadas Colombianas el 13 de febrero de 1933, luego de un combate combinado por agua y aire, en el que murieron 17 soldados colombianos de los más de 3.000 que participaron en la acción que se dio en contra de una guarnición de 200 efectivos peruanos quienes, agotados sus pertrechos, abandonaron las posiciones que fueron tomadas por el ejército colombiano como parte de las acciones bélicas desatadas luego de que Colombia le declarara la guerra al Perú.

 

Como suele ocurrir en las guerras, las versiones de lo acontecido dependen, y mucho, de quién las rinda y de cómo se interpreten los hechos.

Que el Gobernador del Magdalena agasajara a la Colonia Alemana “en reconocimiento de los servicios de los aviadores”, que ciudadanos brasileros acompañaran a los expedicionarios colombianos en sus incursiones militares, que Colombia aceptara los servicios de cuatro marinos chilenos y que más de 500 soldados mejicanos expresaran su voluntad de combatir al lado de los colombianos, era interpretado por el Perú como indebidas intromisiones y violaciones al derecho internacional (14).

El ambiente bélico (15), tanto en Barranquilla como en Santa Marta y la Provincia (16) se venía viviendo igual que en el resto del país desde el 16 del mes de marzo del año 1932, cuando Colombia asumió su soberanía sobre el río Putumayo, trasladó el puesto aduanero de Puerto Asís a Tarapacá y creó el corregimiento de Santa Clara. 

Esas decisiones fueron asumidas como un acto de guerra por los peruanos que vieron en aquello una invasión a su territorio. 

“El 2 de octubre de 1932 los militares peruanos y comerciantes se toman de nuevo a Tarapacá, el corregidor José María Hernández y los pocos colombianos fueron trasladados al puerto brasilero de Ipiranga”. (17)

La Página Oficial del Departamento del Amazonas sobre este hecho de guerra, hoy, 88 años después de los acontecimientos, dice lo siguiente:

- “El 14 de enero de 1933, zarpó la flota rumbo a Tarapacá, con el fin de ocupar primero este puerto sobre el Putumayo antes de Leticia. El martes 14 y miércoles 15 de febrero, se recibió un ataque aéreo por parte de los peruanos. Se inició el contra-ataque por parte de Colombia con una incursión aérea integrada por cuatro bombarderos y tres cazas, los cuales bombardearon la base militar peruana de Tarapacá.(18)

Las tropas expedicionarias de general Alfredo Vázquez Cobo a bordo de las cañoneras “Barranquilla”, “Córdoba”, “Pichincha” y la nave hospital “Neiva”, desembarcan y ocupan a Tarapacá. Esa noche, los peruanos abandonaron la base y la población para siempre. 

Ante la ofensiva colombiana los peruanos se van pávidamente por el río Cotué a bordo de la nave “Estafita”. 

Un destacamento colombiano, realiza la persecución y en esta avanzada iba José María Hernández, quien cayó prisionero, trasladado a Iquitos-Perú y fusilado el 17 de abril de 1933.

El miércoles 15 de febrero a las 07:00 a.m. se inician las operaciones para tomarse a Tarapacá, lo que a la postre dio como resultado la recuperación del puerto colombiano sobre el Putumayo sin bajas.

Poseer el control de esta población representó retomar el control del curso inferior del Putumayo, con lo cual las guarniciones y los asentamientos humanos del Perú en la banda sur de la vía fluvial, quedaron limitados y sujetos a altas penalidades. Puerto Arturo, la más importante base fluvial y terrestre del Perú en el curso medio del Putumayo, sufrió en mayor medida las restricciones logísticas derivadas de la pérdida de Tarapacá.

Se robusteció el fervor patriótico al asumir la delantera en este conflicto limítrofe, que a pesar de los fuertes encuentros militares significó finalmente la victoria sobre el Perú”. En el año de 1962, a principios de febrero el ingeniero Gabriel Londoño inicia el trazado de la carretera Tarapacá - Leticia, de 181 kms a donde llega a los 120 días”. (19)

  • El ámbito internacional.

En la Ciudad de Méjico, Jorge Eliécer Gaitán, en un debate público con el peruano Manuel Cox que intentó ser saboteado por una treintena de jóvenes adscritos al Partido Comunista, sentaba el principio de Derecho Internacional de “Pacta sunt servanda”, al cual se acogía Colombia, en los siguientes términos: “O se respetan los tratados o se desatará una contienda armada en el suelo de nuestra América”. (20)

En Ginebra, ante la Liga de las Naciones,  (21) Eduardo Santos se erigía como el General de la Guerra en el campo diplomático donde Colombia centraba sus actuaciones y en él había “ennoblecido con sus banderas, todas las posiciones”. “Hacemos guerra a la guerra” era la máxima con la cual explicaba nuestra Nación su derecho y su deber de defenderse de la agresión de una potencia extranjera. 

No obstante, para los sectores más recalcitrantes del Partido Conservador, aquella postura orientada a la negociación y a la solución pactada, como ha ocurrido en todo el transcurso de nuestra historia republicana, era calificada por Laureano Gómez y sus seguidores como una postura pusilánime pues, a su modo de ver, había que conducir al enemigo al campo de la rendición mediante la derrota militar. (22)

- A César.

En plena temporada carnavalera, aquellos hechos bélicos habían desatado en la sociedad barranquillera un ambiente de “patriotismo y misticismo religioso exacerbado”.

Durante el conflicto fronterizo con el Perú (1932-1934), los soldados que defendieron la soberanía nacional entonaban un estribillo en la introducción de las trompetas al entrar al frente de batalla, acorde con el momento bélico que la nación vivía. 

En aquella estrofa transitoria se sostenía lo siguiente:
Hoy que la madre patria se halla herida,
hoy que debemos todos combatir, combatir.
Vamos a dar por ella nuestra vida,
que morir por la patria no es morir, es vivir.

Esa introducción se les enseñaba a los alumnos en las escuelas de primaria en los años 1930 según el historiador José Antonio Amaya,28​ y todavía por los años 1960 se seguía enseñando”. 
(23)

Son muchas las reseñas que aparecen en la prensa barranquillera sobre festivales cívico patrióticos como los que se ofrecieron en el Salón de Las Quintas el 15  (24)y en el Teatro Municipal el 26 de enero en horas de la noche, con una entrada de gran cantidad de espectadores que supieron apreciar y aplaudir los números, dramas y cuadros alegóricos con los nombres de “Las dos Madres (25), “Los Clavelitos” y “Colombia y su Bandera”. (26)

A la Bandera de Colombia.

Vieja enseña sagrada, gloriosa egida
que semejas, ornando los batallones
un himno de vibrantes ondulaciones
cuyas notas supremas cantan la vida.

Te he visto en lid de hermanos enlutecida
y te he visto ultrajada y hecha jirones
más, inmortal, enciendes los corazones
cuando resurges alta, nunca vencida.

Hechas de hilos crujientes tus finas mallas
tú te alzarás, del Monte sobre las vallas,
como en heroicos tiempos, noble bandera:
gualda como del día la luz primera
roja como la sangre de las batallas
y azul como los cielos de primavera.(27)

Sin embargo, cabe reseñar que la sociedad barranquillera, al igual como sucede en estos tiempos de fútbol al ciento por ciento y de cancelaciones carnavaleras, no dejaba de darse sus licencias en medio de la tensión de esos días plenos de oración y amor patrio.

 

Como una especie de colofón al acto de promulgación de la Bula Papal que creó la Diócesis de Barranquilla, tuvo tiempo esa tarde del domingo 12 de febrero para llenar, hasta las banderas, las tribunas de sol y de sombra el Circo de Toros de la Calle del Recreo (28) y vivar la faena del torero Miguel López, diestro en el arte de matar luego de adornarse con “reboleras (sic), verónicas y pases por lo alto” dejando al público con ganas de regresar por una nueva tarde de sol, sangre y arena el martes 14 de esa semana.(29)

Esa segunda corrida, finalmente vino a darse el día 19 cuando nada parecía poder evitar la guerra y los complotados daban por cierto el éxito en su empresa de asesinar al Comandante de la Guardia y fugarse del lugar, tal como lo venían planeando desde días antes, los evadidos de Cayena que se encontraban detenidos en la Cárcel Municipal de la Calle Obando.(30)

“La corrida comenzó como comienzan todas las corridas en Barranquilla … música de velorio, mas toros y toreros sin garbo”.(31)

 Y fue providencial que se evitara la fuga de aquellos evadidos de la cárcel francesa, comandados por Henri Charriere, por ellos llamado: Papillon, 

Providencial fue, toda vez que en aquella corrida estaban presentes no solo el Alcalde, sus Secretarios, y lo más granado de la Sociedad y de la Política, sino también a Don Emeterio Romero, el mismo Comandante de la Policía que también lo era de la Guardia Carcelaria. Delatados por otro detenido, las celdas de los “extranjeros” fueron minuciosamente requisadas y se encontraron cuatro varillas de hierro, una navaja de cacha envuelta en una pita, 20 palos capaces de convertirse en armas y varias cuchillas de afeitar, todo un arsenal, según Don Emeterio, suficiente para hacerle frente a cualquier contingencia bélica..(32)

El Santísimo.

¡Paz, paz en el interior, y guerra en las fronteras!”, tronó Laureano Gómez, acérrimo crítico del Presidente Olaya Herrera y Jefe del ala más recalcitrante del Partido Conservador, luego de que milicianos “sanchecerristas” rodearon la Sede de la Legación colombiana y obligaran al embajador Fabio Lozano Lozano, a su esposa y a su hija a tener que refugiarse en un rincón del sótano de la Embajada en Lima,(34)”. Esa voz era la que faltaba para terminar de incendiar el ambiente. (35)

Todos aquellos actos patrióticos respondían a los llamados que llevaron al Presbítero Alfonso Zawadsky, a clamar: “Yo siento arder en llamaradas y combustiones sagradas dentro de mi pecho el amor a la Patria Grande. (…) Con el Cristo al pecho y con el fusil al hombro impartiré bendiciones a los soldados que van a morir cobijados por la santa bandera nacional” Al hacerlo recordaba al ya fallecido Obispo de Pasto, Ezequiel Moreno Diaz, al que por sus veleidades militaristas y políticas también llamaron “El Obispo con Botas”.(36)

En tanto, la asociación de “La Mujer Colombiana” invitaba a las 40 HORAS de oración a celebrarse los días 20, 21 y 22 de enero, en la Iglesia Catedral de San Nicolás para implorar la bendición de Dios sobre las tropas que combatían en el Sur.(37)

En ese templo, los Padres Agustinos colocaron el Santísimo en el Altar Mayor, en medio de dos Pabellones de la Bandera Colombiana, y celebraron Misas Cantadas con la exposición de la Sagrada Forma a las 7 de la mañana y la bendición con capa pluvial, velo humeral, incienso a borbotones mientras los Padres Capuchinos, Jesuitas y Redentoristas, que durante la Hora Santa predicaron en la Cátedra, entonaban el Tantum Ergo en las primas horas de la noche.(38)

En la Iglesia de San Roque, los clérigos convocaban al pueblo al ayuno y a la oración aludiendo a Moisés que hacía lo propio con los brazos extendidos mientras Josué combatía y triunfaba. Y a Judith que marchaba contra el Campo de Holofernes, mientras los sacerdotes y el pueblo hacían lo mismo: orar y ayunar.  

Numerosos grupos de damas se reunían ante el Altar de la Virgen del Perpetuo Socorro para entonar el Santo Rosario y para pedir por tantos soldados colombianos que combatían en la Frontera Sur.

Se celebraron Misas Cantadas con la velación del Santísimo todos los primeros jueves y las Misas de Minerva (39) los terceros domingos con la Participación de los Hermanos del Santísimo Sacramento, las Socias del Sagrado Corazón, las Hijas de María y las demás cofradías de la Ciudad. 

“El fruto de una oración, jamás se perderá”. (40)

Todos pedían bendiciones y protección para los soldados que combatían para defender a la Patria en peligro por causa de “la rebelión armada de unos nacionales de Perú contra las autoridades colombianas en territorios colombianos”

Una guerra que pretende abogar por la violencia como “causa lícita de adquisición territorial”  y que “tiene por causa un delito y un responsable que es el pueblo que es capaz de darse y soportar el régimen dictatorial de Sánchez Cerro”. (41)

La Bandera.

 

Pero si eso pasaba en los templos tutelares de la Ciudad, a cuyo alrededor se nucleaban los dos partidos políticos en tensión: los Liberales en San Roque y los Conservadores en San Nicolás, ahora unidos por el hecho de tener que enfrentar el enemigo externo en el tercer año del Gobierno Liberal de Enrique Olaya Herrera que puso fin a la hegemonía conservadora, en el espacio laico las cosas giraban, como se ha dicho, alrededor de la Bandera, del tricolor, del Pabellón Nacional, e incidentalmente en el Himno Nacional.

Con una descripción de hechos comparables a los que en estos tiempos del Siglo XXI se viven alrededor de la Selección Nacional de Fútbol, en aquellos días del Carnaval de 1933, “al llegar las primeras noticias de los fuegos en la frontera, un grito de alegría brotó en todos los pechos de los habitantes de Barranquilla anhelando la hora de ir cada uno a ocupar el puesto que se le señale en defensa de La Patria”.(42) Es entonces cuando la gente salió a comprar el tricolor de nuestro país y como tal lo exhibían quienes lo adquirían para lucirlo en sus hogares, precisamente “cuando el sentimiento patriótico vibra con mayor intensidad a la primera ocurrencia de algún suceso honroso para nuestra amada Patria”  

Resulta simpático encontrar reclamos a los comerciantes de Banderas porque tales pabellones que estaban vendiendo no eran los de Colombia ya que si bien conservaban los tres colores del emblema, los que expenden al desprevenido y poco informado comprador, no conservan las proporciones que dan al amarillo la mitad del pabellón y una cuarta parte, respectivamente, al azul y al rojo.(43)

No menos indignación encierra el reclamo que se le hacía al Director del Resguardo Nacional en Puerto Colombia por tener izada una Bandera Nacional que “no es ni siquiera una bandera para ser exhibida en un villorrio de vigésimo quinto orden: las puntas se han desflecado y la parte roja muestra un desgarrón que nada bueno puede hablar a nuestro favor (…)” (44) se comparaba tal pabellón en jirones, con la hermosa Bandera de Colombia que el General Efraín Rojas había izada en el Puesto de Tarapacá que había sido confeccionada y pagada por un grupo de Señoras y Señoritas barranquilleras, junto con otra que debía ser izada en Leticia. (45)

El Señor Ministro de Guerra  se sirve transcribir el despacho de nuestro común amigo y mi Superior Director, Señor General Efraín Rojas: ´Participe a las damas y señoras de Barranquilla la buena noticia de que aquella bandera, que Ustedes entregaron como un acto de amor a Colombia y de reconocimiento hacia sus defensores, confiada en buena hora al General Don Efraín Rojas, fue enarbolada en las propias manos de él allí donde las armas de la República, en guarda del Derecho señalaron que fuera necesario que flotara nuevamente como en Tarapacá, en señal de predominio y soberanía nacional" (46)

Por su parte, el Concejo Municipal aprobó la siguiente proposición:

“El Concejo Municipal de Barranquilla consigna en el Acta de esta sesión, su patriótico regocijo por el triunfo de las armas colombianas en la recuperación del puesto de Tarapacá; envía nuestra felicitación al excelentísimo Señor Presidente de la República, al General Vásquez Cobo, a todos los Jefes, Oficiales y Soldados que participaron en la gloriosa acción de armas referida y un recuerdo para aquellos compatriotas que derramaron su sangre en defensa del Honor Nacional” (47)

Y aunque los hechos no fueron los mismos de 1926, cabe recordar que los carnavales de aquel año se suspendieron durante los días sábado 13 y domingo 14 de 1926, ya que en esta última fecha se desarrollaron los comicios presidenciales que dieron por elegido al candidato Conservador Miguel Abadía Méndez, único en la contienda pues los Liberales decretaron la abstención a su militancia.

¡“No hay festejos”! ha decretado el Alcalde Julio Montes.

Sánchez Cerro minutos antes de ser abaleado.

 

La Paz.

El cese de hostilidades llegó el 18 de mayo de 1933, luego de que el Dictador Sánchez Cerro fuera asesinado en su automóvil descapotado, al filo del mediodía del 30 de abril, en las calles de la Ciudad de Lima.

Paradójicamente, venía de pasar revista a los contingentes de soldados, reunidos en el Hipódromo de Santa Beatriz, que iban a combatir en el conflicto colombo/ peruano. 

Luego de sus pompas fúnebres y los consabidos días de duelo, el 15 de mayo, Alfonso López Pumarejo y el nuevo mandatario del Perú, Oscar Benavidez, antes Director del Consejo de Defensa, dos viejos conocidos, se reunieron por primera vez.

El 18 de mayo Colombia acogió la propuesta del Presidente Franklin Delano Rossevelt y devolvió al Perú la guarnición de Güepí y la Isla Chavaco, además de todos los prisioneros de guerra que estaban bajo su responsabilidad.  

El Perú se acogió a la propuesta de la Liga de las Naciones. El 25 de junio de 1933 las tropas peruanas se retiraron de Leticia, entregándola a la delegación de la Liga de Naciones.

Un año después, las partes en conflicto firmaron el Protocolo de Río de Janeiro (1934) para pactar la paz, y ratificaron el Tratado Salomón-Lozano de 1922, aún hoy día vigente y aceptado por ambas partes.

De esta manera, suspendiendo las fiestas del Carnaval de 1933, prosternada ante El Santísimo, a los pies de la Virgen del Perpetuo Socorro, enarbolando el tricolor nacional, y contribuyendo con suscripciones públicas para la defensa nacional, (48) Barranquilla honró a Dios, a la Patria y a sus muertos. 

Colombia se olvidó de la suerte del soldado barranquillero Pedro Tomás Hernández de quién aún después de fiestas, no se sabía si estaba vivo o había muerto. (49)

Bibliografía

[1] LA PRENSA. “Mañana será solemnemente promulgada la Bula que crea la Diócesis de Barranquilla”. Edición del 11 febrero de 1933.

[2] NOTA DEL AUTOR. Célebre prestamista financiador de empresas, comerciantes y políticos-

[3] LA PRENSA. “La Diócesis de Barranquilla”. Edición del 11 de febrero de 1933.

[4] LA PRENSA. Elecciones de los siete diputados del Círculo Electoral de Barranquilla. Triunfo Liberal. Edición del 5 de febrero de 1933. Más de medio millón de votos en las elecciones en diez departamentos, le aseguran al Liberalismo de una mayoría de la cual se había visto privado desde 1888. Edición del 10 de febrero de 1933.

[5] PINEDA SALAZAR, Moisés. “El Monumento a la Bandera”. Editorial Corporación Universitaria de la Costa. Primera Edición. Barranquilla. 2008. “Tensiones diferenciadoras con la” Ciudad Madre”: Cartagena. Págs 9 y 10

[6] PEREZ ZAMBRANO, Luis Manuel. La erección de la diócesis de barranquilla (1905-1932): Un nuevo camino romanizador. Dialnet-LaEreccionDeLaDiocesisDeBarranquilla19051932-5839864 (3).pdf

[7] WILLIFORD, J Thomas, “Aspectos del debate sobre la cuestión religiosa en Colombia. 1930- 1935” Revista de Estudios Sociales Print version ISSN 0123-885X. Aspectos del debate sobre la 'cuestión religiosa' en Colombia, 1930-1935 (scielo.org.co)

[8] LA PRENSA. “La Catedral de Barranquilla”. Edición del 14 de febrero de 1933

[9] LA PRENSA. Edición del 14 de febrero de 1933. EL DIARIO DEL COMERCIO. Edición del 14 de Febrero de 1933

[10] LA PRENSA. “Los Soldados Colombianos fueron víctimas de una emboscada peruana en Caucayá”. “Ha estallado la revolución armada en el Perú contra el dictador Sánchez Cerro”.” El Templo de San Nicolás ha sido erigido en Iglesia catedral de Barranquilla”. “Solemnemente fue promulgada la Bula que creó la Diócesis de Barranquilla, ayer”. Edición del 15 de febrero de 1933.

[11] LA PRENSA.La ocupación de Leticiano es rebelión contra el Gobierno”. Edición del 13 de febrero de 1933.

[12] LA PRENSA. “La patriótica manifestación del día de ayer”. Edición del 15 de febrero de 1933.

[13] LA PRENSA. “Renuncia a un alto honor ´por causa de la guerra”. Edición del 17 de febrero de 1933

[14] LA PRENSA. “Un tal Kloster, que estuvo en Barranquilla, calumnia infamemente a Colombia”. Un antiguo trabajador de las obras de Bocas de Ceniza, quien fue expulsado de Colombia, escribe una carta al Director del Diario El Comercio de Lima, en donde denuncia que Colombia ha entregado su ejército, su fuerza aérea y su fuerza naval en manos de mercenarios de quince nacionalidades para combatir contra el Perú. Ediciones del 19 de enero, 17 y 19 de febrero de 1933

[15] LA PRENSA. Caricaturas. “” Este debiera ser nuestro saludo de Año Nuevo de 1933” Edición 6 de enero de 1933. “La llama del Perú: ‘Nosotros no sabemos dónde terminan nuestras fronteras’”. Edición del 7 de febrero de 1933

[16] LA PRENSA. Edición del 10 de enero de 1933

[17] IBIDEM

[18] LA PRENSA. “Si los peruanos se niegan a desocupar voluntariamente. Leticia será bombardeada”. Edición del 20 de enero de 1933

[19] BATALLA DE TARAPACÁ - Gobernación del Amazonas

[20] LA PRENSA.” Gaitán defiende la causa de Colombia en Méjico ante un auditorio. Los comunistas tratan de sabotear la intervención” Ediciones del 16 y del 21 de febrero de 1933.

[21] LA PRENSA. “Santos defiende la casusa colombiana ante la Liga de las Naciones”. Edición del 6 de febrero de 1933.

[22] LA PRENSA. “Eduardo Santos ante la Liga de las Naciones”. Edición del 20 de febrero de 1933

[23] Himno nacional de Colombia - Wikipedia, la enciclopedia libre

[24] DIARIO DEL COMERCIO. “El festival del Salón de Las Quintas”. Edición del 16 de enero de 1933

[25] NOTA DEL AUTOR. Se trataba de una dramatización en la cual una madre gravemente enferma, asistida por su único hijo, es sorprendida por las noticias de que Colombia está siendo atacada, está en peligro. Aquella madre le ruega a su hijo que atienda el llamado de “la otra madre” que lo estaba necesitando. Con reticencias el muchacho se enlista, convence a su novia para que se una a la Cruz Roja. La madre mejora. Se cura y sale a buscar a su hijo. Se encuentra con que el muchacho a muerto en una acción de armas. Dulcior est pro Patria mori.

[26] DIARIO DEL COMERCIO. Ediciones del 7,16 y el 27 de enero de 1933

[27] MARTINEZ MUTIS, Aurelio. En LA PRENSA. Edición de 25 de enero de 1933

[28] NOTA DEL AUTOR. También llamada Calles de Las Vacas, por Calle de las Bacas por los tres puntos sobre la vía donde la máquina del Tranvía a Vapor de Barranquilla, iba en ciar, se decía que iba en baca, por ir en backup.

[29] DIARIO DEL COMERCIO. “La corrida de mañana”. Edición del 13 de febrero de 1933

[30] LA PRENSA. “Se descubrió un peligroso plan de evasión de los prófugos de Cayena que están presos en la cárcel municipal. Pensaban asesinar al Comandante y todo lo tenían preparado para dar el golpe”. Edición del 20 de febrero de 1933.

[31] LA PRENSA.La tarde de toro de ayer”. Edición del 20 de febrero de 1933.

[32] LA PRENSA. “Se descubrió peligroso plan de evasión de los prófugos de Cayena que están presos en la cárcel municipal. Edición del 20 de febrero de 1933

[33] DIARIO DEL COMERCIO. “Turbas en Lima destruyen la Legación colombiana” Ediciones  del 21 de febrero y del  del 8 de Marzo de 1933

[34] DONADIO, Alberto. Colombia expulsa a los peruanos de Tarapacá. Septiembre 1 de 1932. La única guerra internacional. El conflicto amazónico contra Perú afianzó, como tal vez nunca antes y pocas veces después, la unidad nacional colombiana. “Un puñado de peruanos rodeó la residencia del ministro de Colombia en las afueras de Lima el sábado 18 de febrero de 1933 después del discurso del general Luis Miguel Sánchez Cerro, presidente del Perú. A las 10 de la noche, este monigote había dicho por radio: "Nuestros adversarios sabrán lo que significa atacar al Perú". Media hora más tarde, ante las amenazas de los merodeadores, abandonaron la casa situada en el número 502 de la avenida de Chorrillos, la hija del embajador, Beatriz Lozano Simonelli, de 12 años, y su esposa Elena Simonelli Ratti, peruana de familia italiana y emparentada con Achille Ratti, en ese momento papa Pío XI. El ministro, Fabio Lozano y Lozano, accedió a retirar el escudo de Colombia, por solicitud de un guardia peruano.

Luego llegaron centenares de asaltantes, muchos de ellos de los clubes sanchezcerristas. Gritaban "Abajo Colombia" y "Muerte a Olaya Herrera". Entraron a la legación y destrozaron los cristales, las ventanas y los muebles, demolieron a piedra un piano, despedazaron un perrito del hijo del ministro, robaron las joyas, las alfombras, la platería y los cuadros. Lozano se escondió en un cuarto con llave. Cuando la turba lo localizó, saltó por una ventana y se refugió en un rincón del sótano, donde lo encontró con una linterna a las 3 de la mañana el prefecto de Lima.

El asalto a la legación -tal vez la única ocasión en que ha sido saqueada una misión diplomática colombiana- fue la respuesta peruana a la recuperación colombiana de Tarapacá. El 14 de febrero aviones peruanos atacaron la flotilla naval organizada con extraordinaria celeridad por el general Alfredo Vázquez Cobo a raíz de la toma de Leticia el primero de septiembre de 1932. El mismo día 14, Vázquez Cobo intimó rendición a los peruanos que ocupaban este puerto sobre el río Putumayo. Los peruanos huyeron sin oponer resistencia y las fuerzas colombianas recuperaron Tarapacá el 15 de febrero. En Bogotá, por cuenta del ataque de la aviación, el presidente Enrique Olaya Herrera rompió relaciones diplomáticas con el Perú ese mismo día”. COLOMBIA EXPULSA A LOS PERUANOS DE TARAPACÁ - Colombiamania.com

[35] LA PRENSA.La Cancillería de Lima hace un relato del asalto a la legación de Colombia. Dice que fue una imprudencia que el Doctor Lozano y Lozano hubiera permanecido en Lima después de la entrega de sus pasaportes, hecho el 15 del presente mes. Agrega que Lozano era ingrato para e Perú por ser el hijo del Ministro que firmó el Tratado de Límites. Las cajas de hierro están a salvo” Edición del 23 de febrero de 1933

[36] DIARIO DEL COMERCIO. Edición del 20 de febrero de 1933

[37] LA PRENSA. “Cuarenta horas en la catedral. A iniciativa de la asociación patriótica de la Mujer Colombiana, que integran dignísimas damas de nuestra sociedad, se realiza actualmente en la Iglesia Catedral un Oficio de Cuarenta Horas para pedir al Altísimo la Victoria de nuestras tropas. Esta ceremonia ha despertado entusiasmo entre los católicos de Barranquilla como puede apreciarse en la presente fotografía obtenida en las horas de la tarde de ayer”. Ediciones del 21 y 23 de febrero de 1933.

[38] DIARIO DEL COMERCIO. “Para rogar por el triunfo colombiano”. Ediciones del 18, 23 de febrero de 1933

[39] NOTA DEL AUTOR. Es una tradición de gran belleza y que data de los tiempos medievales es la llamada Misa de Minerva. Son misas con exposición y procesión del Santísimo que la Cofradía del Corpus Christi celebra el tercer domingo de cada mes. Los Cofrades están obligados a asistir a esta celebración.

[40] DIARIO DEL COMERCIO. “En el Templo de San Roque. Dios y Patria”. Edición del 22 de febrero de 1933

[41] DIARIO DEL COMERCIO. “Las causas de la Guerra”. Edición del 13 de febrero de 1933

[42] DIARIO DEL COMERCIO. “El entusiasmo patriótico del pueblo de Barranquilla” Edición del 15 de Febrero de 1933

[43] DIARIO DEL COMERCIO. “El Comercio de banderas” Edición del 16 de febrero de 1933

[44] DIARIO DEL COMERCIO. “Una bandera que debe ser reemplazada.” Edición del 20 de febrero de 1933

[45] LA PRENSA. Tras encarnizado combate de artillería, el pabellón colombiano flotó en Tarapacá”. Ediciones del 15 y 16 de febrero de 1933.

[46] DIARIO DEL COMERCIO. “La bandera izada en Tarapacá por el General Rojas, es una de las trabajadas y costeadas por varias damas barranquilleras.” Edición del 16 de febrero de 1933

[47] DIARIO DEL COMERCIO. “La sesión del Concejo anoche” Edición del 16 de febrero de 1933

[48] LA PRENSA. “Produjo $1.890.75 la verbena efectuada el sábado en la ciudad” (Sábado de Carnaval). Los Diputados entregaron el 20% de sus dietas; se rebajan los sueldos al Gobernador, a los Secretarios del Despacho y al Prefecto Provincial para los mismos fines. Edición del 4 de marzo de 1933.

[49] LA PRENSA. “Carecen de fundamento los rumores sobre la muerte del soldado Pedro Tomás Hernández”. Edición del 24 de febrero de 1933

 

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