Esa es la gran incógnita: ¿Facebook escucha nuestras conversaciones?
Esa es la gran incógnita: ¿Facebook escucha nuestras conversaciones?
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Vuelve y juega: ¿Facebook está escuchando nuestras conversaciones?

¿Es posible que esta plataforma escuche a los usuarios para dirigir su publicidad?

Muchos usuarios de Facebook han manifestado que muchas conversaciones personales o gustos se reflejan con la publicidad que envía esta red social a sus cuentas. Por lo relevante del tema, reproducimos este artículo del diario El Tiempo, que plantea, a través del Grupo Diarios de América. 

Dejo mi celular sobre la mesa de la sala y comienzo a decir la palabra ‘zapatillas’, al aire, sin parar. Hace meses siento que la publicidad en Facebook e Instagram tiene relación muy directa con lo que digo. Si le comento a una amiga sobre su saco, aparece en mi Facebook publicidad de la tienda donde lo compró. Si digo que quiero ir a hacerme las uñas, aparece un descuento.

Al día siguiente me despierto y ahí están: dos avisos de zapatillas en el ‘marketplace’ de Facebook y un anuncio en Instagram de Nike.Reviso mi historial en las dos redes sociales y en los últimos meses no he escrito nada relacionado con zapatillas. 

Entro a Facebook y escribo en mi muro: “¿Alguien ha conversado sobre algo en persona y después ve anuncios sobre eso en Facebook? ¿Me estoy volviendo loca?”. Las respuestas no tardan y me doy cuenta de que no soy la única a la que le sucede.

En Futurama

El crítico de cine Diego Muñoz, más conocido como Hermes el Sabio, escribió sobre el tema y parece alguien dispuesto a discutir sobre esta cuestión.

“Lo más terrorífico fue hace poco –cuenta–. Estaba hablando con mi novia de que estaba cansado de la arena de los gatos, porque dejan el pasillo lleno de piedras que después yo tengo que barrer. Al otro día me metí a Instagram y había un anuncio de baños de gatos para que las piedras se queden en la alfombra. Entiendo que ese es el negocio. Entiendo que estás ‘logueado’ siempre y este es el riesgo. Ya perdimos la batalla”.

Conozco ese problema: uno acepta dar información y esas empresas las rentabilizan. Puedo vivir con eso. Otra cosa es tener un micrófono registrando lo que digo a cada momento.

Días después le comento a Rodrigo, un amigo, la idea del micrófono y Facebook, y me cuenta una historia aún más puntual. Hace unos días le regalaron un whisky Jack Daniel’s, que no suele tomar, y al día siguiente Facebook le propuso una nueva variedad de la marca. Él no tiene Instagram ni Twitter y en Facebook no ‘postea’ desde hace tres años.

Hace unos días le regalaron un whisky Jack Daniel’s, que no suele tomar, y al día siguiente Facebook le propuso una nueva variedad de la marca. Él no tiene Instagram ni Twitter

Christopher Wylie fue uno de los primeros en apuntar a esta teoría conspirativa cuando destapó la olla sobre los datos de 87 millones de miembros de Facebook que esta red social entregó y el uso que le dieron para campañas políticas como la de Trump y el ‘brexit’. 

El 22 de marzo, Wylie, de 28 años, se sentó en un comité del parlamento británico y durante casi cuatro horas dio su testimonio. El presidente del comité, Damian Collins, tenía dudas similares a las mías: “Ha habido varias especulaciones sobre el hecho de que Facebook puede escuchar lo que la gente está hablando y usar eso para priorizar la publicidad también. ¿Tiene una opinión al respecto?”.

Y esta fue la respuesta de Wylie: “Generalmente las empresas lo usan, no solo Facebook. Otras aplicaciones que extraen audio lo hacen para contexto ambiental. No quiere decir que estén escuchando lo que usted dice. No es un procesador del lenguaje natural, sino que comprende el contexto ambiental de donde se encuentra para mejorar el valor contextual de la publicidad en sí”.

Reviso en mi iPhone la configuración de privacidad y cuáles aplicaciones tienen acceso al micrófono. Las únicas son Instagram y WhatsApp, las aplicaciones que Facebook compró en el 2012 y el 2016, respectivamente. “No es descartable que puedan estar escuchando a través de tu teléfono. El teléfono lo pueden intervenir, pueden estar filmando lo que estás haciendo a través de la cámara frontal del teléfono”, me dice Jorge Pérez, investigador del Instituto Milenio de Investigación para Fundamento de los Datos y académico de la Universidad de Chile. Y añade: “No es que ponga las manos al fuego por Facebook, pero creo que es paranoia. La gente no entiende que los algoritmos son demasiados precisos”.

Sesgo cognitivo

El martes 10 de abril, Mark Zuckerberg se tuvo que enfrentar a la teoría de que Facebook escuchaba a sus usuarios a través del micrófono del celular. Lo hizo durante cinco horas en el Congreso de Estados Unidos por las consecuencias del escándalo de Cambridge Analytica. Ahí, el senador Gary Peters le preguntó si Facebook usa el audio de los móviles para enriquecer la información sobre los usuarios.

“No lo hacemos. Para que quede claro, sí permitimos que las personas tomen videos y los compartan, y los videos tienen audio, por lo que mientras tomas un video, lo registramos y lo utilizamos para que el servicio sea mejor”, respondió. Voy hasta la oficina de Derechos Digitales de Chile, en Santiago centro. Ahí está Juan Carlos Lara, abogado de la Universidad de Chile y director de investigación y políticas públicas de la organización. Usa anteojos, el pelo corto y tiene cara bonachona. Lleva casi cinco años trabajando en la promoción de los derechos humanos en el entorno digital. Cuando le pregunto sobre los micrófonos activados no cree que pase, porque son demasiados usuarios, demasiados dispositivos, demasiado procesamiento de voz. Pero tiene otra teoría: “No existe una tecnología que se conecte a internet y al mismo tiempo sea totalmente infalible. Si hay algo que reveló Edward Snowden era que podían escuchar las conversaciones, incluso si los celulares no están prendidos”.

Me junto en un café con Juan Reutter, profesor de ingeniería e investigador del Instituto Milenio para los Fundamentos de los Datos. Quiero entender con él si mi teléfono me espía. Es flaco, usa la ropa holgada y antes de irse a su clase revuelve su café y con calma me dice: “Si ellos te quieren escuchar, te pueden escuchar. Cuando pones que Facebook no almacene tus fotos, no tienes ninguna certeza de que no lo haga realmente. Pero lo más difícil sería que ellos pudieran escuchar lo que estás hablando con el micrófono, porque tendrían que estar procesando todo el tiempo lo que hablas”.

Le explico lo que me pasó con los anuncios de zapatillas que aparecieron en mi ‘timeline’, y sonríe. “La teoría es más simple: funcionamos con base en patrones sociales. Todos quieren pensar que son únicos, pero el perfil de las mujeres de tu edad a las que les interesan las zapatillas es detectable”, señala.

Reutter se va y me quedo pensando en que tal vez esta publicidad siempre estuvo ahí, pero yo no la vi. Le escribo a la psicóloga clínica Roxana Cacciuttolo para saber más. “Eso es un sesgo cognitivo que te lleva a sobrevalorar tus tendencias y opiniones, y a desestimar las contrarias. Eso disminuye la capacidad de crítica y genera un error de razonamiento”, indica.

El sueño del carro propio

Para que funcione realmente la prueba para ver si el micrófono de mi teléfono está activado la tengo que hacer con algo que no tenga relación directa conmigo, que no esté en ninguna lista. Como un carro. Odio manejar, no quiero tener un carro, no distingo entre modelos y ando en bicicleta. 

Sesgo cognitivo aparte, tengo una cuenta en Facebook desde hace diez años; en Twitter, nueve y en Instagram, siete. Subo fotos, pongo ‘like’ compulsivamente y lo primero que hago en la mañana y lo último en la noche es revisar mi celular. 

En la otra cara de la moneda, todos los expertos con los que hablé: ninguno tiene redes sociales o toma medidas digitales. Juan Reutter no usa Google, sino Duckduckgo, un motor de búsqueda que no guarda la información de los usuarios. Apenas supo que Facebook compró WhatsApp, Jorge Pérez borró ambas aplicaciones. Pero el más extremo es Daniel Álvarez, quien no tiene Facebook ni WhatsApp y hace tres semanas borró Instagram. Sabe del tema: es abogado, especialista en derecho y tecnología, coordinador ejecutivo del diploma de ciberseguridad de la Universidad de Chile y en el gobierno de Michelle Bachelet fue secretario ejecutivo del Comité Interministerial sobre Ciberseguridad. 

“Yo creo que sí nos pueden estar escuchando, pero nadie tiene evidencia, no hay brechas que den cuenta de eso”, me dice mientras miro mi celular: ningún carro todavía.

 Voy derecho a los que debieran tener una respuesta más clara: la gente que vende los avisos digitales. Hablo con Missael Azócar, publicista y analista de ‘marketing’ digital de la Agencia Carat. “Utilizamos información a través de bases de datos de clientes que cargamos a Facebook o AdWords (Google). Por ejemplo, una persona que entró al sitio web cotizó un producto, lo dejó y ahí se fue. Nosotros tenemos esa información y hacemos publicidad de acuerdo con eso. Lo legal es no comprar bases de datos a externos, sino usar las del cliente”.

Me dice que su agencia tiene 20 clientes y que la inversión en Facebook el último mes fue de 70 millones de pesos chilenos (algo más de 317 millones de pesos colombianos). Me parece un número alto, pero Missael añade que hay agencias en las que un cliente puede invertir 200 millones de pesos chilenos (casi mil millones de pesos colombianos) en solo un mes.

Le cuento entonces mi experiencia diciendo “zapatillas” y “auto” varias veces frente al celular. Se ríe con sutileza y me dice que eso es imposible. “El celular no te escucha”, agrega. 

Posteriormente, le escribo un ‘mail’ al área de comunicaciones de Facebook y le pido una declaración al respecto. Su respuesta son cuatro ‘links’ que llevan a la política de datos de la empresa, el aviso del cambio de política de datos y condiciones del servicio, información sobre los nuevos controles de privacidad para los usuarios y la declaración oficial sobre el uso de micrófonos en Facebook: “Esto no es verdad. Mostramos anuncios basados en los intereses de las personas y otra información del perfil, no en lo que está hablando en voz alta. Solo accedemos a su micrófono si está utilizando una función que requiere audio”.

Nada en mi teléfono

Pero, ¿podrían? Según Daniel Álvarez, “a pesar de todo lo que pueda decir contra estas plataformas, ellos manejan volúmenes gigantes de información, tanto que si alguien les pide activar los micrófonos les dirán que en tiempo real es imposible. No lo veo tan simple, legalmente no sería tan fácil”.

Abro Facebook para ver qué hace la gente que conozco y, de repente,ahí está: dos días después de mis falsas conversaciones, Renault me muestra una foto de su modelo Duster en una puesta de sol. Quedo helada y se lo cuento a los expertos.

A Juan Reutter, profesor de ingeniería. “Para que el experimento funcione, tendrías que decirle a alguien que no conoces que te dé una palabra, porque si soy el abogado del diablo, la palabra que se te ocurrió no la elegiste al azar, sino que es algo que tenías en la cabeza. Pero me sorprende un poco que a través de una escucha de tu micrófono ellos puedan saber lo del auto. Pienso que no lo hacen y si lo hacen, sería escandaloso. Y no puedo negar, no puedo decir que no lo hacen con total propiedad, porque podrían”, me contesta. 

Y a Daniel Álvarez, experto en ciberseguridad: “Los únicos que tienen acceso al control de tu equipo, con ese nivel de permiso, probablemente sean plataformas como las redes sociales”. 

Le pregunto también al gerente de ‘marketing’ de Derco sobre la estrategia digital de Renault. Me responde que usan “distintos medios de comunicación para sus estrategias comerciales, como publicidad en redes sociales y medios digitales, tales como Facebook y compañías similares, las cuales basan su modelo de negocio en hacer publicidad segmentada, con políticas en cuanto a publicidad y manejo de información privada especificadas”.

Llego al trabajo. Sigo mirando mi teléfono, ahora con más distancia. Y pienso: voy a cerrar todas las aplicaciones, desactivar el micrófono, la georreferenciación. Sí, eso haré. Pero hoy no, no puedo desaparecer así de golpe. Quizá el lunes.
 

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