Alberto Medina vive en San Vicente del Caguán y cree que la programación es su salida para una vida mejor.
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El testimonio de un joven que vive en el Caguán y ve la tecnología como su gran aliada

Alberto Medina hace parte de las Escuelas Digitales Campesinas en la Amazonía y escribió para Microsoft cómo la programación puede cambiar su vida, permeada por el conflicto colombiano.

En medio de su iniciativa en Colombia para llegar a sitios alejados de las grandes urbes y lograr un impacto positivo por medio de la tecnología, Microsoft aterrizó en San Vicente del Caguán, uno de los municipios en los cuales se han desarrollado actividades en los puntos Vive Digital e instituciones educativas, para que los estudiantes adquieran súper poderes a través de la programación.

Este miércoles, la compañía del sector digital comparte la historia escrita por el estudiante de Escuelas Digitales Campesinas en San Vicente del Caguán, Alberto Medina, quien, a pesar de vivir en una zona históricamente en conflicto, ve en la tecnología una opción para generar un mejor futuro para el campo colombiano. 

Una de las Escuelas Digitales Campesinas en San Vicente del Caguán.

Este es el testimonio de vida de Alberto:

No es que sea un gran estudiante o tenga buenas habilidades para la tecnología, pero he podido entender que las herramientas, sabiéndolas usar, nos permiten llegar y construir mucho más de lo que nos imaginamos.

Soy un estudiante del Técnico Laboral en Agropecuaria y Transformación de Alimentos de la institución educativa Ciudadela Juvenil Amazónica Don Bosco, del Vicariato Apostólico San Vicente del Caguán. Este proyecto de educación de la Iglesia Católica en el sur del país nos acoge dentro de su orientación, armonizando con la educación preventiva que Don Bosco creó con miras a permitir que jóvenes y niños vulnerables pudieran ser personas líderes para sus comunidades.

Es así como aquí le apostamos al campo, a la educación, a la tecnología y a la formación en la fe. Desafiamos de manera permanente la realidad que nos ha perseguido por años para hacer la diferencia en medio de la violencia, las encrucijadas y el abandono de muchos sectores del país. Hoy tenemos otro pensamiento y mejores intenciones para la tierra en la que vivimos. Creemos que con la tecnología podremos sembrar un mejor campo para tener un mejor futuro.

Tecnología con sentido

En este constante deseo por salir adelante y dejar en el pasado las diferentes problemáticas y dificultades, la Ciudadela y el programa Escuelas Digitales Campesinas (EDC) se convierten en una gran oportunidad de formación académica, técnica y espiritual para nosotros.

Escuelas Digitales Campesinas nos ofrece las herramientas y medios para transformar nuestras vidas y nuestras comunidades. A través de EDC logramos comprender la importancia del campo y su potencial productivo, la capacidad de liderazgo que se halla en cada uno de nosotros para guiar procesos y actividades, la necesidad de emprendimiento y organización de nuestras comunidades para el aprovechamiento de los programas que ofrece el gobierno y organizaciones no estatales, el uso de medios tecnológicos para conseguir los proyectos que nos propongamos, así como también el gran valor del cuidado de nuestro entorno y los recursos que este nos ofrece.

Todo esto que hemos podido aprender lo llevamos a nuestras comunidades donde compartimos la experiencia de cursos como Alfabetización Digital y Liderazgo.

El último reto provino de una invitación de Microsoft a través de “Yo Puedo Programar”. Junto con mis compañeros, y orientados por la ingeniera Maribel, nos adentramos en el mundo casi que mitológico de la programación. Es muy agradable y reconfortante entender que la programación es una herramienta del conocimiento tecnológico que nos permite generar nuevos medios para mejorar nuestro quehacer. La actividad de lograr a través de códigos, que antes parecían jeroglíficos, la estructuración de un juego, por ejemplo, es realmente satisfactoria. María Alejandra Sánchez, una de mis compañeras de clase, opina al respecto que “es divertido programar; me convierto en una persona con habilidades únicas de crear cosas, innovar, logrando con esto despejar la mente y pensar en crear cosas novedosas para el campo”.

Otra de mis compañeras, Yeny Lorena Castillo Velasco, me expresó que “no sabía qué era programar y, ahora que sé qué es, puedo decir que es divertido conocer que cada día aparecen nuevas tecnologías, que nos ayudan a convertirnos en personas con iniciativa.

Yo Puedo Programar no solo me hizo aprender una línea de código sino también lo importante de planificar y pensar antes de actuar”. Esto lo reafirma Diana Marcela Lima, también participante de Escuelas Digitales Campesinas, al considerar que “programar nos permite desarrollar nuestras habilidades y nos exige disciplina y tiempo. Además, es importante para nuestro desarrollo como comunidad sanvicentuna, ya que nos permite entrar en un nuevo mundo”.

Entonces puedo afirmar que la tecnología debe ser la herramienta que nos permita fortalecer la producción en el campo y el cuidado de nuestro entorno natural.

Los jóvenes en la Ciudadela Juvenil amazónica Don Bosco y Escuelas Digitales Campesinas

El conflicto armado en San Vicente del Caguán se ha cobrado más de 12.000 víctimas. Eso equivale a cerca del 18% de su población total. Su nombre ha sonado en los principales diarios nacionales por hacer parte relevante del escenario de la guerra en Colombia, pero también como parte de la esperanza del posconflicto en el país.

Nuestra hermosa Ciudadela fue una obra que nació con Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, que buscaba dar respuesta evangélica a los jóvenes más vulnerables del Caquetá, ofreciendo así educación formal a jóvenes campesinos que no podían acceder a la educación y se enfrentaban (o se enfrentan) a problemáticas como la violencia y falta de oportunidades educativas.

Acogidos por la Ciudadela hacemos parte de la familia del Técnico laboral en Agropecuaria y Transformación de alimentos, donde nos formamos en convivencia comunitaria, a través de la casa de acogida; en formación espiritual, a través de la búsqueda de Jesús en la eucaristía; en solidaridad cristiana, desde el carisma de las misioneras de la Consolata; en producción agrícola, pecuaria y transformación de alimentos; en formación de líderes responsables y comprometidos con su comunidad, para ser agentes de cambio cristiano para el campo. Es decir, acá nos preparamos para ser promotores de desarrollo enfatizando en el aspecto de líderes del campo para el campo y transformadores de la realidad cotidiana en situaciones esperanzadoras.

No contamos como tal con un área o materia de tecnología. Sin embargo, nosotros como estudiantes, nos beneficiamos del programa Escuelas Digitales Campesinas, que nos forma en liderazgo, emprendimiento y conocimiento de herramientas informáticas, que son medios para nuestra realización personal y comunitaria a través de nuestros proyectos laborales y de vida.

Venimos de diferentes municipios del Departamento del Caquetá y fuera de este también. Algunos compañeros provienen de municipios como Puerto Leguízamo (Putumayo), Anzoátegui (Tolima), y en Caquetá, de Solano, el Doncello, Florencia y Albania. Otros venimos de diferentes veredas y corregimientos de San Vicente del Caguán.

Asistimos a clase después de muchas horas de camino. Algunos a pie. Llegamos para pasar varias semanas estudiando y luego volver a nuestras casas con la certeza de que podemos cambiar la historia de estos pueblos y de nuestro futuro.

Muchos llegamos alejándonos de situaciones difíciles y buscando nuevas oportunidades de formación y trabajo. Por ejemplo, de la problemática por desplazamiento forzoso a consecuencia de la violencia y de los grupos armados al margen de la ley que obligaron a muchos jóvenes a salir de la noche a la mañana con lo poco que podían tomar en sus manos. Otros, víctimas de la violencia de origen familiar, de la discriminación por la orientación sexual, por las dificultades para acceder a la formación técnica o tecnológica y el bajo nivel económico. Estas son las diferentes problemáticas que envuelven la vida de muchos jóvenes de nuestra familia de la Ciudadela.

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