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‘Palmar de Varela está sumido en profundo dolor por esta tragedia’

Las vecinas también recuerdan a Johanna, como “la madre ejemplar” y no saben qué pasó en su vivienda.

Las vecinas también recuerdan a Johanna, como “la madre ejemplar” y no saben qué pasó en su vivienda.

 

Helen Pérez Hernández

Los 15 días que llevaba de vivir en el barrio ‘Alfonso López’, en el Municipio de Palmar de Varela, fueron suficientes para que sus vecinas más cercanas consideraran como “una madre ejemplar” a Johanna Del Carmen Montoya Rosario, la joven mujer que presuntamente acabó con la vida de sus tres pequeños hijos.

Sin embargo, por esas mismas razones no le encuentran ninguna justificación a la tragedia que hoy no solo enluta a los palmarinos, sino a todo el Departamento Atlántico.

Al decir de las vecinas, el triple homicidio es un hecho que “manchó” a Palmar de Varela.

Dos de las vecinas con las cuales Johanna mantenía una cercana amistad, expresaron su dolor y narraron los momentos previos y del hallazgo de la macabra escena.

“El hijo pequeño fue el último que degolló”, dijo Blanca Mejía, argumentando la manera como fue encontrado el menor, con sus pies asomados debajo de la cama.

“Yo llegué cuando llegó la Policía. Yo siempre me comunico con ella, nos abrazamos, dos damos los buenos días y el miércoles salió con la cabeza agachada, con una vasijita para coger agua de la alberca”, expresó Blanca Mejía, extrañándose del comportamiento poco usual en Johanna.

“Yo estaba parada en la puerta del patio y ella siempre me saluda, estaba con su cabeza agachada con el pote. Cogió agua de la alberca, regresó con su cabeza agachada, no me dio los buenos días ni nada y le dije al niño: papi, que tiene la mami y él me dijo que tenía un dolor de cabeza. Entonces le dije: dile que venga que yo tengo inyecciones para el dolor, yo se inyectar. Pero en eso me llamaron de mi casa porque me hijo había sufrido un accidente y me embolaté”, recalcó Blanca, su vecina de al lado y con quien se rozaba diariamente.

Precisamente, por ese roce diario Blanca Mejía asegura que “éramos como una familia. En 15 días que la conocí para mí fue una excelente madre, una excelente esposa”, señalando, además, que por las buenas relaciones que mantenía con Johanna hasta tenían previsto montar, esta semana, una venta de fritos y jugos, para lo cual ya se estaban organizando.

Recordó que Johanna Del Carmen llegó al barrio después que ella lo hizo, tras convivir con su suegra, con quien, según su vecina, no se las llevaba bien y por eso decidió mudarse. “Ella vivía con el padrastro de los niños, pero igual les daba mucho amor, mucho apoyo, su alimento, por bastante, ellos no pasaban necesidades. Por eso no sé que la llevó a tomar esa decisión. Yo le daba buenos consejos porque trabajé con el Bienestar”.

Según Blanca Mejía, “las cosas sucedieron muy rápido. Digo yo que muy rápido. Yo me fui después de cuatro de la tarde, después de eso fue cuando ella le subió el volumen al televisor, como quien dice, ya Blanca se fue, quedé sola de ese lado”. Aun así, en medio del dolor y de la magnitud de la tragedia, Blanca asegura que perdona a Johanna porque demostró ser una buena madre en el poco tiempo que la conoció.

Por su parte, Nirida Carrascal, quien fue la vecina que vio por última vez a Johanna y a los niños, en horas del mediodía, aseguró que le tocó varias veces la puerta para comprarle bolis, pero ella nunca le respondió.

Lo que llamó la atención de Nirida fue la fuerte melodía que se escuchaba desde el televisor de Johanna. “Una música sin letra, era solamente la melodía lo que se sentía. Era algo extraño porque ella nunca escucha música porque nosotros éramos quienes poníamos el equipo a todo timbal”, anotó.

También notó que en horas de la tarde la joven no salió a cocinar, “y se hicieron las siete de la noche y todo en silencio y oscuro en esa casa”. Fue así como, hacia las 9 de la noche, “esperé al esposo afuera y le dije que le tocábamos y no abría, que ella estaba ahí. Cuando el esposo mira por la ventana ve todo normal y se dio la vuelta por el patio y alcanzó a ver algo, vino, tumbó la puerta de la calle, encendió la luz y cuando alzó el colchón se encontró con el hecho de que debajo de la cama estaban los tres niños muertos y ella estaba con vida todavía”.

Al igual que su otra vecina, Nirida sostiene que en el hogar de Johanna, con su compañero Wilson Díaz Reales, “todo era normal, sus niños con los míos, nunca tuve problemas con ella, ni la vi regañando a sus hijos, ni con problemas con su esposo. Económicamente él la tenía muy bien, no le faltaba nada, en los días que vivió aquí me di cuenta que no le faltó nada, su relación era normal con los vecinos, nunca peleó con nosotros”.

Recuerda que la última vez que habló con ella estaba “abrazadita con su esposo en la puerta de la calle. Ella me comentó que el papá de los niños la había citado al Bienestar, que ella había ganado la custodia y que la estaban citando para entregarle un dinero”.

Nunca antes, en la historia de este Municipio se había registrado un hecho de esta naturaleza, razón por la cual los palmarinos están sumergido en el más profundo dolor.

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