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Uniautónoma: la universidad que aprendió a renacer

La Universidad Autónoma del Caribe se convirtió en su más de medio siglo de existencia en un verdadero patrimonio educativo de la Costa Caribe. Pero también, en uno de los mejores ejemplos del significado de resiliencia: en dos ocasiones ha sido capaz de resurgir de sus cenizas.

La última de ellas, debilitó su estructura financiera y, de alguna manera, minó su impecable reputación a causa de los escándalos judiciales –ya conocidos por todos- ventilados en la prensa nacional.

Pero esas directivas corruptas de entonces no se imaginarían que un grupo de docentes y administrativos se levantaría y con el apoyo de estudiantes y posteriormente de la fuerza sindical, dejarían por fuera de la administración a la mayoría de los dirigentes corruptos que desangraron el Alma Mater.

El Ministerio tomó (muy tarde para mí gusto) cartas en el asunto y decidió intervenirla para preservar el servicio a la educación de calidad.

Entonces apareció la figura, ya conocida, de Claudia Da Cunha como rectora quien afrontó la crisis más fuerte en la historia de la institución y fue capaz de normalizar las acreencias laborales, reactivar algunos convenios y solidificar su calidad académica. Después de su reciente renuncia, pareció revivir el clima de incertidumbre. Clima que se disipó en la mañana de este sábado con el nombramiento de rectora en propiedad de la abogada antioqueña María Victoria Mejía Orozco quien se desempeñaba como rectora del ITM de Medellín, una de las mejores instituciones públicas de la capital antioqueña.

La hoja de vida de Mejía Orozco demuestra a todas luces su gran competencia en manejo de la educación superior. Procesos de calidad, ejecuciones administrativas, liderazgo y gestión integral, son cualidades que se destacan en su perfil público y en los comentarios de despedida de sus subalternos en la institución que regentaba. El reto de la nueva rectora será, tal vez, distinto a los que se ha enfrentado. Tendrá que echar mano de todos sus recursos y conocimientos para llevar, por fin, a la Uniautónoma del Caribe a un puerto seguro. Ayudarla a transitar por el sendero de la sostenibilidad financiera, lo que implica su primer gran reto: aumentar la población estudiantil que por la última crisis, bajó dramáticamente de 12 mil a 7 mil estudiantes.

Esto será posible reforzando las estrategias de visibilidad institucional; reactivación y creación de convenios multipropósitos, reforzar los fines misionales  de investigación y extensión; mejorar los procesos comunicativos internos y, especialmente, los externos, para que la Uniautónoma esté otra vez, para bien, en la conversación pública de los medios en cuanto a calidad de educación se refiere y se destaquen sus innovaciones, estrategias, eventos y distintas dinámicas que deben con urgencia implementarse para hacer reverdecer  la confianza de la comunidad. Todo ello, ligado a una gestión financiera efectiva que sea capaz de refrescar sus debilitadas arcas.

La Uniautónoma del Caribe ha sido capaz de sortear los más tormentosos mares, gracias a que nadie -ni siquiera su más fiero saqueador- pudo acabar con su más valioso activo: el talentoso capital humano que la sostiene. La devoción, entrega, ética y fortaleza de su planta docente que, sin duda, junto con sus estudiantes, son la razón de ser de la institución.

Hoy el cuerpo docente y administrativo sabe que no hay margen para el descanso. Que los esfuerzos tienen, por el contrario, que redoblarse para cumplir objetivos y allanar caminos. La designación de  María Victoria Mejía Orozco no es una improvisación del Ministerio ni una carta puesta ahí, para salir del paso. Basta reparar en su prolífica hoja de vida y conocer en qué nivel dejó la institución educativa de Medellín donde laboró sus últimos cuatro años. Cómo buena paisa, debe saber afrontar el trabajo duro y parejo y los retos exigentes. De hecho, la fusión entre el empuje paisa, con la creatividad y talento de los costeños, debe dar como resultado la Universidad que el Caribe y Colombia necesitan.

No se puede dar más tumbos. La Uniautónoma del Caribe tiene hoy una nueva oportunidad sobre la tierra, como bien diría Gabo. Los procesos no pueden volver a fracturarse y la continuidad debe ser el camino para generar confianza. 55 mil egresados han dejado huella en el país de la calidad de su educación a lo largo de su historia. Ello habla de lo que significa tener el sello de la Uniautónoma del Caribe y ahora corresponde a todos, seguir haciéndola grande. Ahora, más que nunca, estar unidos no es una alternativa: es una obligación.