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Totalitarismo de derecha y totalitarismo de izquierda

Los dos tipos de totalitarismo, reconocidos por casi todos los especialistas en el tema, son el fascismo y el estalinismo, los cuales ocurrieron en el siglo XX. Serán definidos aquí como el totalitarismo de derecha y el de izquierda, partiendo de sus similitudes y diferencias.

Los dos se parecen porque representan una negación completa de los procesos democráticos, del Estado Social de Derecho, y de las libertades más elementales para el funcionamiento individual y colectivo. Con esa base, instituyeron dictaduras cerreras mediante las cuales buscaron modelar la sociedad, a partir de sus creencias e intereses.

Ambos persiguieron y asesinaron a gran parte de la población por imponer sus designios, creando campos de confinamiento para sus víctimas, en los cuales se cometieron los peores crímenes contra la humanidad. Los campos nazis son más conocidos que los gulags estalinistas, que ahora se volvieron más visibles a raíz de la desclasificación de documentos secretos de la antigua Unión Soviética.

El totalitarismo de derecha y el de izquierda también se parecen por el uso sistemático de la mentira, por convertir el cinismo en estrategia fundamental de lucha. Los medios propagandísticos de estos dos modelos fueron maestros en el empleo de las noticias falsas, no solo para descalificar a sus supuestos o reales enemigos, sino para engañar y mantener en la ignorancia a sus propias poblaciones.

No está de más escribir que la propaganda nazi o estalinista siempre estuvo plagada de sectarismo, de fanatismo, y de un maniqueísmo extremo que descalificaba a los opositores con todos los epítetos imaginables, y colocaba a los victimarios en la actitud del santo que procedía de buena fe y en posesión de dogmas para ayudar a la humanidad. 

Otro extraordinario parecido entre estas dos clases de totalitarismo tiene que ver con la forma como organizaron el poder. El partido único, la ideología dominante y un liderazgo centralizado (que incluye la presencia de un líder carismático) son los bastiones para ejercer un dominio total sobre la política, la cultura, la educación y todas las demás facetas de la sociedad.

Con esta estructura política, se ejerció un control excesivo que cercenó las libertades más elementales, sometiendo a las personas a un régimen carcelario, exageradamente represivo, que controlaba la vida de todos… empujados por el sistema a una especie de servidumbre con respecto al Estado, a los líderes y al partido gobernante.

Cabe anotar que los dos regímenes masacraron el pluralismo, la libertad de expresión y organización, y colocaron el derecho y las instituciones al servicio de los intereses ideológicos y políticos del partido dominante, y de los jefes que lo representaban en todas las esferas. Con estas acciones se completó la coraza totalitaria que oprimía a los ciudadanos.

El totalitarismo de izquierda se diferenció del de derecha porque se alineó a favor del discurso de clase de origen marxista, reclamando que actuaba a favor de los intereses de los trabajadores, por la construcción de una sociedad diferente y por el surgimiento de hombres y mujeres nuevos.

Ese totalitarismo convirtió en sus enemigos a la burguesía, a los terratenientes, a la propiedad privada y a los mercados, y por eso se granjeó la simpatía de la izquierda internacional. Tal ha sido el principal factor por el cual dicha izquierda critica tan ácidamente los crímenes de los fascistas, pero cierra los ojos (o mira para otro lado) ante las masacres de los estalinistas o del dictador camboyano Pol Pot.

El totalitarismo de derecha, por el contrario, surgió en Italia y Alemania, en parte, como una respuesta a la oleada revolucionaria que sacudió a Europa como consecuencia de la Revolución Rusa, es decir, como una estrategia anticomunista, antes que como una salida socialista de tipo soviético.

A pesar de que utilizó la palabra socialismo para granjearse el apoyo de los trabajadores, su intención nunca fue seguir los pasos sugeridos por Marx, pues siempre buscó coaligarse con lo más granado del capitalismo para organizar un sistema socioeconómico corporativista que no enfrentaba la propiedad privada ni la economía de mercado. Por esta causa, resulta inadecuado definir a los nazis o a los seguidores de Mussolini como políticos de izquierda.

Los totalitarismos le han hecho mucho daño a la humanidad, y representan un serio peligro para la libertad política y para la construcción de una sociedad con menos dificultades que la actual. Hoy se observan ideas totalitarias en los movimientos políticos europeos y americanos, y muchos de estos acuden a la mentira y al cinismo (fake news) de modo parecido a como lo hicieron sus antepasados fascistas y estalinistas.

Es pertinente que los sectores políticos y, sobre todo, los jóvenes conozcan la historia de los totalitarismos, con la idea de no repetir nunca más los crímenes cometidos por esos grupos bárbaros, y para modelar el desarrollo presente y futuro de la sociedad sin repetir las viejas y malas mañas de los políticos totalitarios.

El interés por la lucha contra la desigualdad, la injusticia y la corrupción de los poderosos no puede servir de coartada para justificar ningún modelo totalitario. Si algo enseña la historia es que el totalitarismo ahoga la economía y mutila de cuajo la libertad, instituyendo la servidumbre contra las mayorías, y el poder omnímodo de las élites o de un líder carismático.

El peor peligro para las sociedades contemporáneas está representado en el totalitarismo de derecha y en el totalitarismo de izquierda, es decir, en el renacimiento de las ideas y métodos de Hitler, Mussolini o Stalin. Nada justifica regresar a la barbarie fascista o estalinista. Absolutamente nada.