Share:

Tasajera: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa

La tragedia de Tasajera en el Magdalena me pone a pensar en todos esos pueblos aledaños a las carreteras que de Barranquilla conducen a Santa Marta y Cartagena. Antes de la publicación de la presente columna, las víctimas mortales ya ascendían a más de 30 personas y la catástrofe humana se oscurecía ante el volcamiento de un camión con pescado en la ruta Barranquilla Cartagena y la usurpación de su contenido por parte de pobladores cercanos.

Muchos han alzado su voz pidiendo misericordia con los ladrones, ya que en esta situación de pobreza quién no robaría gasolina para sobrevivir o pescados para comer. Otros han reclamado la integridad y piden justicia ante dichas conductas, independientemente de la necesidad, censurando a los pobladores por robar ante los volcamientos de automotores, sin pensar siquiera en los pasajeros afectados, sus familias y empresas.

Algunos idiotas, que nunca faltan, adicionan como estiércol sus comentarios ignorantes y xenófobos sobre el origen de los afectados y las costumbres locales. Sin embargo, llueve a eso de las 2:21 pm del sábado 11 de julio de 2020, y me cuestiono ¿Y los políticos qué?

Es increíble la facilidad de mis conciudadanos de intentar eludir la responsabilidad del Estado, la Política y los sufragios en el sufrimiento poblacional. Una población, sumida en la miseria, comprada con sobras de políticos repugnantes, es criticada por acomodados con neveras llenas y televisores full HD. Pero la gran mayoría no se cuestiona ¿Y los políticos qué? Buscando e indagando sobre la causa adecuada del volcamiento tanto en la ruta Barranquilla – Santa Marta como en la de Barranquilla- Cartagena, algunos colegas mencionaron que toda esta situación ha sido desnudada por el COVID19, y no, no es así. Tasajera en la vía al Magdalena y Arroyo Grande y Arroyo de Piedra en el camino a Cartagena, siempre han estado ahí.

Hemos sido indiferentes con nuestro voto, con nuestra alma y corazón. Desde las redes sociales, muchos lanzan opiniones insulsas sobre gente a la cual han olvidado cada cuatro años en las elecciones y cada día, con ausencia ciudadana de control político. Ahora a todos nos importan los quemados y las víctimas, cuando toda la vida dichas personas se han muerto de hambre, miseria y enfermedades que sólo surgen ante la ausencia estatal.

Porque si algo queda claro es que ambas poblaciones no surgieron espontáneas por culpa del COVID19, que allí ya corrían rumores que se robaban todo lo que se volcaba y que de noche no se detenía nadie ante la presencia de estos caminantes en la carretera. Porque ya en Barranquilla, ya en Santa Marta y ya en Cartagena, ¿qué nos importan las poblaciones aledañas? Una región pensada como un todo, que no privilegie de más a las capitales y le de autonomía a cada región aledaña al departamento llevando industria, empleo y comercio, debería ser la bandera de todo gobernador. Pero no.

Los políticos mediocres son los culpables de la perpetuación de la situación salvaje y miserable en que vive esa población, es el Estado y sus entes de control que no han exigido un mínimo vital digno para sus habitantes y somos nosotros, cada uno de nosotros como ciudadanos, los que hemos ratificado los mandatos de nefastos dirigentes que, por dejar nuestras casas con tres o cuatro arandelas, nos olvidamos del cumplimiento de estándares mínimos de dignidad a los pobladores aledaños.

Para buscar a los responsables de lo que ocurre en Tasajera hoy y todos los pueblos aledaños de la vía Santa Marta – Barranquilla y Barranquilla – Cartagena, hay que señalar a los políticos que pudiendo no hicieron nada, a los entes de control, que se hicieron de la vista gorda y a nosotros, los votantes, que avalaron a dichos políticos y no exigimos a los entes de control un poco de cumplimiento a favor de nuestros vecinos, de nuestra gente.

Sólo cuando todos los mencionados asuman su culpa, su gran culpa, su mayor culpa, sólo en ese momento, señalemos la responsabilidad de los pobladores del olvidado, abandonado y ninguneado pueblo de Tasajera. Por eso en esta oportunidad, debemos exigir a gobernadores y alcaldes un mínimo de dignidad para los habitantes de estos pueblos innombrados que sólo recordamos su existencia ante la ocurrencia de fatalidades y tragedias, a pesar de ser nuestros vecinos más próximos.