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Las dos caras de la moneda (II parte)

Esta historia de amor empezó en un chat: “Conocí a Luca (*) en el trabajo; yo era su jefa y cuando terminó mi contrato sin justa causa, le pedí a los supervisores que me agregaran a los grupos de Whatsapp para despedirme de los asesores. Cuando llegué a su grupo me dijo textualmente: ya no eres mi jefa, así que quiero decirte que eres una mujer hermosa. Todos sus compañeros le dijeron que era un atrevido y él se defendió: decir la verdad no es irrespeto. Desde ese día empezó a escribirme y a los cinco meses nos cuadramos”.

Lizbeth (*) es una barranquillera, coach profesional ontológico y negocios, madre de dos niñas, una adolescente, estudiante de medicina, y una bebé de su actual relación.

“Yo tengo 39 años y él 29. Para mí el tema era incómodo, porque criticaba este tipo de relaciones con diferencia de edades. Para él fue absolutamente normal. Me daba mucho miedo el tomar una decisión equivocada y sentía que era más fácil que él me dejara por alguien de su edad. Yo había sufrido mucho con mi primera relación”, comenta Liz.

Sin embargo, los amigos de Luca le decían que estaba loco, que cómo se le ocurría estar con una “vieja” y en una fiesta, un primero de enero, les demostró el porqué estaba “loquito” de amor” por ella.

“Los límites son mentales. Yo siento con él que hay un equilibrio entre locura y cordura, donde ambos cumplimos los dos roles. Yo no dejo de hacer nada que quiera hacer y mucho menos él. Y eso no tiene nada que ver con la edad, sino con tu crianza. Y mi suegra lo crió muy bien”.

Habló de las ventajas y la lista fue interminable: “Le gusta divertirse, me mantiene oxigenada, es arriesgado, ideas innovadoras, se adapta fácil a cualquier situación. Es mi colágeno constante”, afirma a carcajadas. Y desventajas; sin pensarlo dice: “la verdad ninguna”.

Este 25 de diciembre cumplen tres años y es para ella su mejor regalo de Navidad.

Ahora, desde su experiencia con un hombre menor, Lizbeth les dice a esas mujeres que no se atreven a tener una relación así: “Para amar no hay edad y, definitivamente, si te gusta y no tiene compromiso, que lo intenten. Lo mejor es dejar fluir sin expectativas. Y esto debe ser para cualquier relación que iniciemos”.

(*) Nombres cambiados.

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