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La migración venezolana y sus oportunidades

Esta semana se registró en nuestro país un hecho que desde donde lo miremos debe ser aplaudido. La creación del Estatuto de Protección Temporal para Migrantes Venezolanos es, en resumidas, la gran oportunidad para la real identificación de la población migrante (que el gobierno calcula en un millón setecientos mil personas) y el establecimiento de un estatus jurídico que les permite saber a qué tienen derecho estos ciudadanos que han ingresado a Colombia huyendo de la horrorosa situación que se vive en Venezuela.

A pesar de que se han escuchado algunas voces disonantes, más por producto de la mera oposición al Gobierno Nacional, la gran mayoría de la opinión pública lo ha recibido bastante bien. Era lo justo y lo estábamos esperando hace ya algún tiempo.

No se nos puede olvidar que hasta hace muy poco tiempo Colombia fue el país suramericano con mayor cantidad de emigrantes, con más de 5 millones de ciudadanos regados por distintos países; tampoco se nos puede olvidar lo que han sufrido y siguen sufriendo nuestros compatriotas, que por diversas razones tuvieron que irse.

Recordemos, además, que fue Venezuela el mayor receptor de connacionales cuando la bonanza en el vecino país atraía a muchas personas que aquí, en Colombia, no conseguían trabajo alguno.

Específicamente en nuestro departamento fueron muchos los que, en las décadas de los años 70, 80 y 90 fueron a probar suerte a Venezuela y se quedaron. Hoy muchos de ellos están de regreso con las familias que allá formaron.

Ha sido este mismo tránsito de ciudadanos entre distintos países, a principios del siglo XX, lo que ha forjado las riquezas culturales y gastronómicas no solo en nuestro Caribe, sino en todo el mundo. Recuerdo siempre las historias de mi abuelo materno sobre su padre, que vino a buscar mejor suerte en Colombia, y cómo esa comunidad árabe se extendió por todos los pueblos del Caribe. Comerciantes, en su gran mayoría, han dejado impregnado su sabor y sus costumbres por doquier, y así lo hicieron alemanes, italianos, norteamericanos, judíos, chinos, entre otros.

La decisión que tomó el gobierno fue de suma valentía y ojalá sea un ejemplo para muchos vecinos latinoamericanos y el mundo para mejorar las condiciones de los migrantes en general, en lo laboral y en lo social.

Hay que dejar atrás el menaje de xenofobia que culpa de todos los males a los migrantes. La escena se repite en nuestro país y a nivel global: “los migrantes roban”, los migrantes en la calle, los migrantes en situación de mendicidad, “los migrantes son culpables de todo”, pero a la hora de contratarlos por menos dinero y ponerlos a hacer lo que nadie quiere hacer, miran para otro lado.

De paso también, al interior de nuestro país, hay que acabar de plano con ese regionalismo sectario. Y esto que voy a contar me ocurrió en un grupo cuyos integrantes son de varias zonas del país. Ahí, los contertulios paisas estaban muy indignados porque “a EPM y a la Alcaldía de Medellín las estaban ‘llenando’ de gente de afuera”. ¡Por Dios, no! Ya está bueno. El mundo es de los mejores, de los que se esmeran y se dedican sin importar de dónde son. ¡Y esto aplica para la Presidencia!

Bonus: Empecé hace unos días con mi primera columna de opinión, aprovechando la generosidad de Zona Cero de acogerme en su prestigioso medio periodístico.

Agradezco enormemente la oportunidad de estrenarme en esta responsabilidad de opinar.

Lo haré con toda la humildad y con toda la responsabilidad. Sin posar de experto o de sabio. Con el único objetivo de ser propositivo y colaborar en las soluciones a los problemas de nuestra amada Barranquilla y de la región Caribe.

Aburre ver en las redes tanto odio destilándose, tanta mezquindad y tantas ganas de hacer daño al nombre de otro. Algunos con el título que ellos mismos se han puesto o que muy pocos les otorgan, ‘disparan’ con frialdad cuando se trata de otros, pero callan con ese silencio cómplice de los episodios de los que han sido protagonistas.

No me interesa ser parte de esos bandos, ¡no soy así!

Los años de trabajo en varias entidades públicas y privadas me han ido enseñando y me han dejado inquietudes sobre algunos temas, trataré de plasmarlos aquí para la agenda de ambos sectores y, por supuesto, para la discusiónn respetuosa.

Plasmaré en estas columnas, si bien no todas las semanas, tópicos como la navegabilidad del río Magdalena y la actividad portuaria del País, temas de actualidad y por qué no, de política, a eso no podemos renunciar los que por tantos años hemos trasegado por cargos públicos.

Por último, agradezco a todos aquellos que me alentaron a hacer este ejercicio y a los que con razón de la primera columna publicada me han escrito por las distintas redes sociales y a mis números personales con palabras de aliento y cariño.