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Jojo Rabbit, o el niño que idealizó a Hitler

Jojo Rabbit es una sátira contra el régimen nazi, desde la perspectiva de un niño de diez años. El guion (escrito por el director de la cinta, Taika Waititi) se basó en la novela Cielos enjaulados (Caging Skies), de Christine Launens.

La película es un drama que recoge la tragedia de la familia de un niño que milita en las juventudes hitlerianas, con una madre antinazi y una joven judía escondida por la mamá en un cuarto de la casa. También es una comedia de humor negro, en la cual el director y guionista (Taika Waititi) asume la difícil tarea de representar a un Hitler idealizado como el mejor amigo de Jojo (Roman Griffin Davis).

Esta clase de sátiras ideológicas, que combinan comedia y drama, requieren de un público conocedor para tener más éxito. Y necesitan, también, de mucha sutileza de parte del guionista en el manejo de los diálogos y de las situaciones cómicas y dramáticas, para no caer en el exceso o en las secuencias mal facturadas.

El humor, la sorna y la ridiculización de la ideología parecen a veces mal engranadas en esta película, que es también una crítica abierta al uso que los nazis hicieron de la niñez y la juventud. Pero, a pesar de que no se trata de una obra excelsa en el manejo de lo absurdo, tonto y violento que fue el nazismo, la cinta sí retrata muy bien ese drama de unos seres humanos que padecieron el totalitarismo fascista.

Es claro que Hitler y los suyos dominaron por completo la sociedad alemana, y tuvieron siempre en mente la perpetuación de su proyecto, al integrar a los niños y a los jóvenes a sus organizaciones. El fuerte influjo ideológico al que los sometieron solo es equiparable al realizado por los demás fascismos, por los poderes religiosos fanáticos y por el estalinismo.

Los nazis sembraron hábilmente el odio, la discriminación contra los otros y las ideas más anticientíficas en los niños y jóvenes alemanes. El racismo, la intolerancia y la xenofobia alimentaron la educación de esos sectores de la población, aparte de ser la columna vertebral de la propaganda fascista.

Se entiende que la juventud y la niñez estaban mucho más expuestas a la asimilación de esa ideología perversa inoculada por el poder, quizás por su falta de preparación y por la necesidad de exaltar su autoestima, creyéndose superiores a los demás. Así mismo, eran mucho más vulnerables y con más deficiencias para comprender los conflictos internos provocados por una madre contraria a su forma de pensar, como le ocurrió a Jojo.

La interpretación de Jojo fue la más convincente en este filme, que recuerda a la cinta La vida es bella (de Roberto Begnini), pues en ambos largometrajes se trata de niños inmersos en la guerra, viajando en el drama y en la comedia. Jojo, poseído por la ideología nazi, quien al final patea a su Hitler idealizado, rompiendo con él; y Giosué, bajo la tutela de su padre, el cual se preocupó por demostrarle que el horror de la guerra era una farsa.

En las dos películas el tema es el de dos niños engañados: uno galopando en el potro salvaje del odio nazi, y el otro guiado por el amor de su padre. Con la guerra y la perversidad como trasfondo, Jojo Rabbit alcanza el nivel de una sátira interesante, aunque no llegue a la categoría de obra maestra, la cual sí obtuvo La vida es bella. Una sátira interesante que se deja ver.