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Colombia Federal: Unidos, pero no centralizados

Sobre el federalismo en Colombia, el periodista Julio Sánchez Cristo twitteó: “#ColombiaFederal Es un modelo de país imposible en Colombia ¿Se imaginan los departamentos actuando de manera independiente, bajo normas propias, esquema constitucional y presupuesto independiente? Caos.” 

Para información de todos, no es la primera vez que el país sería federal: Colombia adoptó el federalismo entre 1853 y 1886 y se encontraba dividida por Estados. En un inicio se denominaron “Estados federales” y posteriormente con la constitución de 1863 fueron llamados “Estados Soberanos”.

La Constitución de 1853 estableció un régimen centro federal y permitió la creación de Estados a partir del agrupamiento de provincias, esa creación de Estados obligó en 1858 a redactar una constitución federal. Empero, los desacuerdos entre el gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez y la oposición liberal en varias regiones alrededor de las leyes de 1859, que limitaban la soberanía estatal, llevaron a una guerra civil. Como siempre, arreglando las cosas con armas. Esto terminó en la Convención de Rionegro de 1863 en la cual se estableció un federalismo radical consagrando la soberanía de los Estados federados e impidiendo la intervención del gobierno de la Unión en asuntos de orden público interno.

La desestabilización del periodo federal la constituyó la crisis económica y política entre 1876 y 1886 ocurrida a partir de la caída de las exportaciones y precios del tabaco en el comercio exterior.

La Regeneración con su política de centralismo y Unidad Nacional, incluyó a toda la población en un proceso de ciudadanía bajo unos principios de autoritarismo, cristiandad y obediencia, un ideal en el que este grupo pretendía imponer un orden que cobijara a toda la población. Luego de varios años de guerras civiles, en 1886 el partido conservador gana la guerra liderado por Rafael Núñez, quien luego de cambiarse de bando, no sólo vendió a su partido sino a su región y se proclamó así la nueva constitución de carácter absolutamente centralista, para iniciar la unificación y centralización del poder en torno al Estado.

Con esto se perdieron muchas ventajas: El federalismo permite que cada región desarrolle una cultura política, principios y valores propios, así como un diseño institucional que se adapte a contextos cambiantes. Incrementa la rendición de cuentas de los servidores públicos ya que es más sencillo tener acceso a ellos si se encuentran en un nivel local debido a que allí enfrentan problemas más pequeños y de una población más homogénea.

El federalismo no es eliminar el poder central, sino que dicho poder no concentre todo el poder de manera solitaria, razón por la cual propone un sistema de pesos y contrapesos en los cuales, si un nivel de gobierno abusa del poder, los ciudadanos pueden buscar la protección o al menos una forma de contrapeso en otro nivel de gobierno, más centralizado.

El federalismo evita que las malas prácticas se extiendan a todo el Estado, no existiría un efecto contagio. Aumenta y facilita las oportunidades de participación ciudadana en la definición de cuáles son los problemas públicos de la comunidad y cuál ha de ser su tratamiento. Aumenta también las oportunidades de colaborar con el gobierno en el desarrollo de las políticas, de vigilar la administración pública y de evaluar sus resultados. 

No son pocos los que están abogando por volver a discutir este tema de vital importancia para un Estado tan diverso, tan atomizado y centralizado como Colombia. El gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo en intervención en un Foro Semana propuso que Colombia abandone el histórico centralismo administrativo y se transforme en un país federal. El saliente presidente del Senado, Lidio García planteó la implementación del federalismo en Colombia, argumentando que la pandemia ha cambiado la manera de ver el desarrollo y las estructuras de los Estados donde los expertos consideran que las unidades territoriales deben volverse más íntimas. Juan Manuel Galán respaldó la iniciativa diciendo que Colombia federal es un grito desesperanzado por el asfixiante centralismo nacional, manifestando que hay que profundizar la descentralización, apoyar las regiones, con el fin de que puedan producir más recursos propios. Fernando Carrillo, el Procurador General de la Nación, manifestó que el federalismo es la oportunidad de abrir el debate sobre la ausencia de la justicia a nivel local y rural una forma de relegitimar el sistema de justicia desde la base de los territorios. 

El federalismo nada tiene que ver con una discusión de patria. Es como todos, siendo distintos, con economías divergentes y visiones diferentes de la administración y el Estado, convivimos bajo el mismo amarillo, azul y rojo de Colombia. El federalismo nada tiene que ver con Bogotá; tiene que ver con una concepción de Estado. Si la capital de nuestro país fuera Cartagena, siendo centralista, el debate sería el mismo. Tal vez la pandemia no sólo ha desnudado nuestras falencias como sociedad sino tal vez ha dejado al descubierto que lo que nos han metido en la cabeza como imposible, ha sido una necesidad urgente desde hace décadas: Colombia necesita que vivamos juntos, pero no centralizados.