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Academia y administración en la Universidad Pública

La Universidad Pública es una de las instituciones más importantes de cualquier país contemporáneo y lo es, también, de la nación colombiana. Por medio de ella se forma parte del liderazgo para dirigir al Estado o para transformar a la sociedad en diversos campos.

La Universidad Pública es una de las instituciones del Estado moderno para permitir el acceso de los sectores populares a la educación superior, con matrículas accesibles o gratuitas y con unas condiciones adecuadas para facilitar su desarrollo como profesionales y humanistas.

Desde hace tiempo se discute en el país la supuesta o real crisis de la educación superior pública. Normalmente se hace referencia a la escasez relativa de recursos en un medio en el cual crece exponencialmente la demanda por cupos, lo cual es indiscutible. Pero este no el asunto que analizaré aquí.

El tema de esta columna es la relación academia-administración teniendo como eje la experiencia de la Universidad del Atlántico. Es claro que la razón de ser fundamental de la universidad es la academia, es decir, el mundo de la docencia, la investigación, la generación de saber y tecnología, el ámbito de la reflexión científica sobre la base de argumentos bien razonados, etcétera.

Desde este punto de vista, lo relacionado con la preparación de los estudiantes, en el pregrado y el postgrado, está muy por encima de lo meramente político o ideológico encarnado en los partidos o de la administración propiamente dicha. 

De hecho, lo que se conoce como administración, o sea, el rector, los vicerrectores, los decanos y demás funcionarios de todos los niveles están o deben estar al servicio del propósito fundamental de la institución, que es lo académico.

Universidad del Atlántico

Reconozco que el gobierno departamental y los órganos de dirección institucionales han hecho un esfuerzo notable por mejorar las condiciones locativas internas y que adelantan un proyecto ambicioso en la construcción de una cafetería o restaurante muy grande que será ejemplar en la Región Caribe.

Ya no cabe discutir los retrasos en la ejecución de algunas obras infraestructurales, pero sí es bueno pronunciarse acerca de lo que puede calificarse como acciones omisivas o negligentes de algunos directivos y de ciertos mandos medios. 

Es visible el abandono en que se encuentran ciertas aulas para ejercer la docencia. Aires acondicionados fuera de servicio por falta de mantenimiento o debido a la muerte por vida útil; salones desgreñados, a veces con problemas sencillos en las puertas, existiendo en el campus una oficina de Servicios Generales que pareciera estar dirigida por personas carentes de sensibilidad con la academia, pues se hacen los de la vista gorda con estos detalles que mortifican a docentes y estudiantes, sobre todo en esta época de calor insoportable.

El Centro Cultural, uno de los nichos más recientes y mejor dotados de la institución, a veces se ve sometido a dificultades con el aire y con los recursos técnicos por falta de atención, negligencia o paquidermia de los mandos superiores o de oficinas menores. Me consta que ahí se trabaja entre grandes carencias y que su directora, sin personal y con las uñas, hace lo que puede para garantizar el servicio a la comunidad académica.

La Biblioteca Central va para años sin contar con aire acondicionado en todos los pisos, lo cual conspira contra el uso de lo que ofrece. Las dependencias donde trabajan los investigadores y los grupos de investigación están cerradas y esta situación anormal no conmueve al rector, a los vicerrectores ni a nadie en la alta dirección de la universidad.

Es inconcebible que una institución tan importante no cuente con una Biblioteca Central trabajando a plena capacidad por la falta de visión o de compromiso con la academia por parte de los directivos de más alto rango.

Universidad del Atlántico.

Repito: la razón de ser de una Universidad Pública es su proceso académico. La institución no es una fábrica ni un centro comercial. Lo que resulta pertinente, en su ambiente interno, es construir y mantener escenarios adecuados para el ejercicio de la docencia, la investigación, la extensión y las demás actividades relacionadas con la academia.

Por esta razón, es muy importante atacar las dificultades comentadas que afectan la buena marcha de las actividades de los profesores y los estudiantes. Las dependencias para hacer mantenimiento y reparaciones están, aunque falta dinamizarlas y, quizá, reordenarlas en función de las urgencias que se comentan. Servicios Generales debe cumplir mejor su tarea de supervisión, previsión y mantenimiento. 

Los funcionarios administrativos tienen el compromiso de enfrentar las dificultades que están afectando los procesos académicos en cuanto a aspectos locativos. Lo que se ha reseñado no le compete solo a Servicios Generales, sino a los vicerrectores, a los decanos y, sobre todo, al señor rector.

El vandalismo de los gamberros que destruyen los espacios públicos de la institución a nombre de una utopía irrealizable parece haberse detenido momentáneamente. Es la hora de que los administrativos se pongan el uniforme de la academia para seguir mejorando la universidad. 

Todo sea por el bien de la docencia, la investigación, el proceso formativo de los jóvenes y las demás actividades institucionales. En pro de esto, cualquier sacrificio es pequeño. Y el esfuerzo vale la pena, pues les otorga créditos a los administrativos. No hay duda sobre esto.