La joven musulmana Nisha Ahmed sufrió un divorcio por "talaq" hace dos años, lo que ha supuesto un estigma para ella y su familia.
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EFE

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La musulmana de quien su esposo se divorció porque la dote fue "exigua"

Porque no incluyó "un aparato de aire acondicionado y una bicicleta".

La joven musulmana Nisha Ahmed ha pasado los últimos dos años recluida en casa, el estigma y la vergüenza del divorcio, aún un tabú en una India profundamente patriarcal, detuvieron su vida en 2014 cuando su marido simplemente dijo tres veces la palabra "talaq".

Con 21 años esta chica menuda de Nueva Delhi, que cubre su rostro con un hiyab negro, fue víctima del "triple talaq", una suerte de divorcio exprés que pervive sólo entre la comunidad musulmana de este país y con el que el marido puede poner fin al matrimonio unilateral, arbitraria e instantáneamente simplemente diciendo: "Talaq, talaq, talaq" ("Yo me divorcio de ti").

"Es una costumbre inhumana y anticoránica que debe ser abolida urgentemente", explicó a Efe Zakia Soman, una de las fundadoras del Movimiento de Mujeres Musulmanas indias (BMMA, por sus siglas en hindi), que aboga por la extinción de esta práctica que, dicen, afecta a alrededor del 67 % de las divorciadas musulmanas en el país asiático.

"Después del 'talaq', la mujer se convierte en una desamparada, en una vagabunda de la noche a la mañana y queda despojada de cualquier cosa que le permita continuar con su vida", reflexiona la activista.

En el caso de la joven Nisha, cuyo matrimonio fue concertado, el divorcio vino a consecuencia de la dote entregada por su familia a la del novio, exigua, según ellos, por no incluir "un aparato de aire acondicionado y una bicicleta".

Su esposo y su familia política se sintieron agraviados, tanto que un mes y medio después de la boda, en febrero de 2014, el marido de Nisha se presentó una madrugada ebrio en casa, la golpeó y luego pronunció el "talaq" en tres ocasiones, según el relato de la delhí.

"En el pasado los hombre musulmanes utilizaban el 'talaq' si había alguna razón de peso para el divorcio, hoy en día, se dice sin ningún motivo; si a ellos no les gustamos, lo dicen; si cometemos un pequeño error, lo dicen con rabia", lamenta Nisha en voz baja.

Dos años después de la separación, la joven pide que el "talaq" sea prohibido.

"Me sentiría mejor si se acabase con él, no habría miedo en el corazón de las musulmanas a quedarnos en la calle. Todo esto debería acabar", dijo.

Otro claro defensor de la abolición de esta práctica arcaica es el primer ministro de la India, Narendra Modi, del partido hinduista y nacionalista conservador Bharatiya Janata Party (BJP), que se ha mostrado firme al considerar que el "talaq" puede "destrozar" vidas como la de Nisha.

"No podemos permitir que las vidas de las mujeres musulmanas puedan ser arruinadas por el 'talaq'", aseguró Modi el pasado mes de octubre en un acto público en el estado indio de Uttar Pradesh, ya que, dijo, "al margen de la religión, madres, hermanas e hijas deben ser protegidas y respetadas".

El Gobierno hinduísta se ha posicionado claramente contra el "talaq" en un informe presentado ante el Tribunal Supremo en el que mantiene que en el país no debe cometerse ninguna "atrocidad" ni "discriminación por motivos religiosos", como ocurre en el caso de las musulmanas respecto al resto de mujeres indias.

Ahora el máximo órgano judicial deberá pronunciarse sobre esta práctica que afecta directamente a los 180 millones de musulmanes que viven en la India, un estado secular con mayoría hindú en el que en el pasado han estallado enfrentamientos violentos entre musulmanes, hindúes y sijs.

Para la activista Zoman el Supremo indio se enfrenta a un asunto capital y de "derechos humanos", pero el Consejo Legal de Asuntos Personales Musulmanes para la India (AIMPLB, por sus siglas en inglés), una organización conservadora musulmana cree que el "talaq" debe continuar.

Afirman que esa fórmula evita males mayores, como el asesinato de las mujeres ante la imposibilidad de obtener un divorcio.

Sin embargo, para Nisha, que vivió un traumático divorcio, la prohibición la liberaría del miedo a vivir de nuevo una situación similar.

"Sentiría que la ley está con nosotras". dijo.

Dos años después de la separación y pese a las reticencias de su familia, de renta humilde y tradicional, una Nisha ilusionada de nuevo ha comenzado a trabajar en una cadena de comida rápida.

"Quiero trabajar y mantenerme a mí misma, no ser más una carga para nadie", aseguró con la esperanza de que el "talaq" sólo haya desmoronado su vida durante dos años. 

EFE

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