Joven que denunció que en un taxi del 386 le dieron escopolamina.
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Joven universitaria denunció que taxista del 386 le roció escopolamina en plena carrera

Indicó que había solicitado el servicio y la recogieron en la puerta de su casa.

La inseguridad en Barranquilla no tiene lugar y mucho menos hora, porque en cualquier momento y cuando menos lo esperas lo puede sorprender. El pasado 28 de octubre una joven estudiante de la Universidad del Norte resultó afectada con escopolamina, que según ella, un taxista le roció cuando estaba en el interior del taxi.

La joven de 23 años, quien pidió reserva de su nombre, denunció que esa noche había salido de su casa en el barrio Las Mercedes, en el noroccidente de Barranquilla, a las 9 de la noche para dirigirse al barrio San José.

"Esa noche solicité un servicio de taxi a la estación 386 para dirigirme a San José, me fueron a recoger a mi casa. El taxista iba contándome historias de su vida y cuando íbamos por San Felipe, 10 minutos después, sacó un frasco cómo ‘ambientador’ y comenzó a rociarlo. Yo venía hablando por celular y no respiré, pero una cuadra más adelante respiré y era un olor fuerte, se me empezó a nublar la vista, me dio mareo y sentía cosquillas en todo el cuerpo", relató la joven afectada.

La estudiante universitaria siguió el relato de lo sucedido: "me salí del carro como pude y me bajé toda desorientada. Por fortuna había una panadería cerca y llegué, las personas que allí estaban me comenzaron a preguntar '¿Qué me había pasado?'. Pero tenía la lengua embolatada. Recuerdo que me dieron un vaso con agua y conté lo que me había pasado. Me llevaron al Hospital Nazareth para que me atendieran, me salieron unas manchas rojas en la piel. Estando en el hospital un familiar llamó a la estación para contar lo que había pasado".

El diagnóstico que entregó el hospital era que la paciente presentaba "envenenamiento accidental por exposición a narcóticos o psicodislépticos".

La joven universitaria manifestó que el taxista a quien identificó como Omar España Terán conductor del taxi de placas TZM-888 se acercó al centro asistencial para saber lo que había sucedido.

"Dijo que había echado el ambientador porque él estaba fumando. Después de todo eso la Policía nos llevó a la URI para entregar nuestras versiones. Y allá contó que no había echado el ambientador estando yo presente, sino mucho tiempo antes. No lo pudieron capturar porque no fue en flagrancia y para que lo cogieran tenía que haber sido al momento del hecho", comentó la mujer.

Pasaban los días y la joven presentaba problemas de salud, que según ella, habían sido secuelas por la sustancia que le había arrojado el taxista.

"La empresa 386 me había dicho que iba a responder por los gastos clínicos, pero pasaron los días y no hicieron nada. Todo salió de mi bolsillo. Este lunes la abogada de la empresa me dijo que no había ninguna responsabilidad del 386. Pero si hubo porque yo lo solicité directamente a la estación por la línea telefónica, me recogieron en la puerta de mi casa y no lo cogí en la calle", contó.

Lo curioso, dice la afectada, fue que el taxista no reportó nada a la estación. "Yo no pagué esa carrera y eso no lo reportó. Eso es prueba que demuestra que el señor no estaba haciendo algo correcto. Porque otro se baja del carro a cobrar por si de pronto es una 'jugada' del pasajero".

La joven estudiante explicó que se encuentra adelantando el proceso judicial con varias pruebas que tiene para demostrar lo ocurrido.

"Tengo pruebas para demostrar que si solicité el servicio porque en mis registros de teléfono están. Ya uno no puede ni confiar en los taxis de estación. A cualquiera le puede pasar algo porque todo está muy inseguro", finalizó la joven afectada.

 

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