San Tropel, una ranchería que se encuentra entre Pájaro y Ballenas, compuesta por 15 casas y más o menos unos 90 habitantes.
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Zona Cero

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San Tropel, Mayapo y Pájaro, los vecinos pobres de Chevron y Ecopetrol

No reciben el servicio del gas natural extraído de las plataformas productoras en las costas de La Guajira.

En esta crisis humanitaria que vive el departamento de La Guajira como consecuencia de la prolongada sequía, la disminución en la producción de alimentos, el cierre de la frontera con Venezuela y el regateo en la entrega de alimentos contratados por los municipios, el departamento y el ICBF para la alimentación escolar, un elemento que se suma a la lista de historias absurdas y que ha pasado desapercibido, es que las poblaciones vecinas a la estación de gas en Ballenas, La Guajira, no reciben el servicio del gas natural extraído de las plataformas productoras en las costas de este departamento.

A siete kilómetros de Ballenas se encuentra Mayapo y a más o menos tres kilómetros, está Pájaro, dos poblaciones de pescadores en las cuales puede haber 2.500 habitantes. Viven de la sal, pesca y el pastoreo. Son corregimientos del municipio de Manaure.

Son los corregimientos más cercanos a la estación de Ballenas, desde donde parte el gasoducto que ha suministrado gas domiciliario o residencial, comercial, industrial, petroquímico y termoeléctrico durante más de 30 años a Colombia y cuyos pozos ya comenzaron a declinar.

Fidelina Ipuana, vive en Mayapo, un corregimiento que está a sólo siete kilómetros de la estación Ballenas, dice que cocinan con leña, trozos de trupillo y ven como a unos cuantos metros pasa el gasoducto por sus pueblos.

Juan, un líder social en Mayapo también, dice que durante 20 años han solicitado a Chevron y a Ecopetrol que les hagan conecten sus viviendas al gas, pero la respuesta que les han dado siempre es que la instalación no es rentable, que la construcción de una red domiciliaria no compensa con el consumo.

En estos dos corregimientos el agua también es escasa. Han construido pozos que no funcionan y los carro tanques resultan muy caros para sus bajos ingresos. Eso los obliga a consumir agua salobre no tratada y por tanto no apta para consumo humano.

Los vecinos de estos pueblos que sólo saben que el tubo sale de la costa frente a sus casas y lleva el combustible a todo el país, que han oído hablar de la importancia del gas para la industria, para la generación de energía y para otros usos, sólo piden que lo hagan como compensación con esas poblaciones para las que en ocasiones comer es un lujo.

San Tropel, una ranchería que se encuentra entre Pájaro y Ballenas, compuesta por 15 casas y más o menos unos 90 habitantes, los habitantes son pescadores, desapareció hace cinco años como consecuencia de la erosión costera, pero gracias a una entidad del orden nacional el pueblo fue trasladado a 150 metros de la orilla. Pero les falta todo, empezando por el gas cuyo tubo ven pasar.

‘No todo es negocio’, le dicen los habitantes de estos pueblos a Chevron y a Ecopetrol, pues bien podrían con recursos mínimos asegurar unas conexiones de gas que permitan que en estos pueblos dejen atrás la condena de vivir de manera irreparable 100 más de soledad.   

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