Estado en que quedaron parte de las instalaciones de Bellas Artes.
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¿La Universidad del Atlántico se cae a pedazos?

La negativa de acreditación de 8 Licenciaturas; se desploman techos y cubiertas de salones de Bellas Artes; el Bloque H tambalea y el coliseo parece una ruina romana. Los retos que le esperan a Carlos Prasca.

Literalmente, la Universidad del Atlántico se ha venido cayendo a pedazos.

Al reciente pánico causado por los movimientos registrados en el Bloque H, que incluso obligaron su cierre temporal mientras se realizaban las inspecciones del caso para verificar su grado de riesgo, se sumó el derrumbe de paredes en dos salones de Bellas Artes.

Como antecedente se encuentran los daños causados en el polideportivo por un artefacto explosivo, en octubre de 2006, hecho en el cual murieron tres estudiantes.

En el caso de Bellas Artes los expertos coinciden, como posibles causas, la antigüedad de la estructura que, además, resultó comprometida con el carro-bomba que explotó frente al Royal Hotel.

El hecho registrado en Bellas Artes evidencia la falta de acciones en el mantenimiento de la infraestructura para prevenir hechos que pongan en riesgo la integridad física de la población estudiantil.

Pero, la Universidad no solo se cae a pedazos en su infraestructura sino también en lo institucional.

La decisión del Ministerio de Educación Nacional (MEN) de no autorizar la acreditación de 8 programas de Licenciatura en Educación, refleja igualmente las falencias de la institución. Esos programas son: Licenciatura en Educación Especial, Educación Infantil, Educación Física, Recreación y Deportes, Ciencias Sociales, Humanidades y Lengua Castellana, Matemáticas, Educación Artística y Lenguas Extranjeras.

Al no autorizar la acreditación de estos programas, el MEN también planteó recomendaciones para corregir otras situaciones que vienen incidiendo en el normal funcionamiento de la Universidad: disminuir los tiempos de graduación de los estudiantes, incrementar la actividad investigativa de los docentes, aumentar la planta de docentes de tiempo completo, y otros aspectos que se deben trabajar para el fortalecimiento de los programas.

En este sentido, valdría la pena señalar el grado de compromiso del Consejo Académico, en el que participan desde la rectoría hasta los vicerrectores, decanos y representantes estudiantiles y de docentes.

La misma responsabilidad se traslada al Consejo Superior como máximo organismo de dirección y gobierno, también con representación de diferentes sectores. Incluyendo al Ministerio de Educación que, en la práctica, participa con dos de los nueve votos del Consejo Superior, porque actúa en representación del Presidente de la República y además con un delegado de esa misma cartera.

Sin embargo, lejos de priorizar las acciones urgentes, el panorama en la Universidad parece orientarse a intereses particulares y politiqueros que han estado juegando.

Al menos es lo que muestra la reciente disputa por la rectoría, con claros intereses de diferentes sectores.

En medio de la rebatiña por la rectoría se produjeron dos hechos graves ya mencionados: la no acreditación de los 8 programas y la caída de paredes en Bellas Artes.

Pero el interés estaba concentrado en la ‘pelotera’ por la rectoría.

Con este panorama, el nuevo rector, Carlos Prasca, tendrá como reto detener que la Universidad se siga cayendo a pedazos.

Es decir, levantar la institucionalidad, lograr la acreditación y reconstruir la infraestructura averiada y aquella que se encuentra en riesgo.

Pero para poder avanzar, debe desactivar esos grupos de poder que con sistemas nada ortodoxos le ponen traba a todo y todos se quieren beneficiar del presupuesto de la Universidad del Atlántico.

 

 

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