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Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
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La incontinencia urinaria en el horizonte de la mujer

Es una enfermedad oculta.

Cuando una mujer, o un hombre, tiene ganas de hacer pipí, porque tiene la vejiga llena, su organismo envía una señal al cerebro a través del sistema nervioso, quien, inmediatamente, se pone a trabajar para encontrar el lugar idóneo donde orinar. La mujer llega al sitio adecuado, normalmente un cuarto de aseo con inodoro, y el cerebro cursa una nueva orden a través de la médula espinal para que se contraiga la vejiga y se vacíe de líquido a través de la uretra.

Si una mujer, o un hombre, es incapaz de retener la orina hasta llegar al cuarto de baño estaremos hablando, entonces, de una enfermedad, la incontinencia urinaria o pérdida involuntaria de orina”, expone la doctora, médica y cirujana, Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Incontinencia urinaria de mujer

La pérdida de orina, que afecta a la mitad de la población, la femenina, ha sido y es una condición “poco abordada” en el sistema sanitario; más aún si consideramos que es un proceso patológico frecuente y crónico: “Una vez que aparece dura mucho tiempo y en muchas ocasiones empeora con el paso de los meses y años, llegando a ser, incluso, un problema de salud pública”, dice.

Si miramos hacia el pasado observaremos que ha sido una enfermedad oculta, “asumida por la propia mujer como algo natural, como condición de la menopausia o como situación biológica en el proceso evolutivo del envejecimiento”, reflexiona.

“Además -continúa-, las mujeres, y los hombres, no piden cita a su uróloga por vergüenza o por estimar que no existen soluciones eficaces; sentimiento y mito que que les lleva a un gran deterioro de su calidad de vida, en todos los ámbitos; desde la parte física a las relaciones sociales y laborales pasando por el deterioro de sus relaciones de pareja y su sexualidad, su intimidad”.

La incontinencia urinaria limita la autonomía personal y la autoconfianza, altera la autoestima y puede provocar ansiedad, estrés, aislamiento familiar o social y depresión.

El sistema nervioso y la vejiga, claves en la incontinencia urinaria

Desde los dos o tres años de vida del bebé, la vejiga adquiere su doble funcionalidad, llenado y vaciado, en el almacenamiento constante de los residuos filtrados por el riñón (orina). Son funciones muy precisas y muy bien articuladas tanto por el sistema nervioso como por un potente soporte anatómico, el suelo pélvico.

“Con el perfecto funcionamiento de ambos sistemas y la fuerza de nuestra voluntad se controla la precisión del mecanismo de la continencia y la micción, es decir, la capacidad de no perder orina durante el proceso de llenado, estar secas, y orinar o vaciar la vejiga por completo”, apunta la uróloga.

La inmensa mayoría de los escapes de orina son debidos a la relajación del esfínter, a un daño neurológico -afectación del nervio pélvico- o, lo más habitual, a fallos en los músculos del suelo pélvico, ya sea por un embarazo, el parto o la edad menopáusica; a lo que hay que añadir que la uretra femenina es más corta que la uretra del hombre.

“Ocurre que, en determinadas situaciones, el doble mecanismo de vaciado y llenado pierde su perfecto control, regulación y soporte, y sin querer se producen pérdidas de orina en los momentos en los que ‘no toca’ miccionar: la incontinencia puede ser de Esfuerzo, de Urgencia y Mixta”, relaciona.

La Incontinencia Urinaria de Esfuerzo (IUE) es aquella pérdida de orina que se produce cuando ocurre por un aumento de la presión abdominal, lo que en la vida diaria se traduce por reír, llorar, estornudar, toser, agacharse, coger peso, caminar, práctica de ejercicio físico, etc. En estas situaciones se pierde la función del mecanismo esfinteriano, el que cierra la uretra, y la pérdida de orina es inevitable.

La Incontinencia Urinaria de Urgencia (IUU) se produce por contracciones involuntarias del músculo detrusor de la vejiga -pared lisa- en la fase en la que ésta se está llenando, es decir, cuando no le toca vaciarse. La vejiga se contrae sin la mediación de la orden cerebral.

La gran mayoría de las veces se debe a trastornos neurológicos, pero en algunas ocasiones la causa es más mundana: una alteración en la vejiga, ya sea por una inflamación o por una infección, o porque la uretra se estenosa mucho, que está muy cerradita, y obliga al músculo de la vejiga a realizar contracciones más fuertes para expulsar el pipí por el conducto de salida.

Esta pérdida de orina puede ir precedida, o no, de urgencia, que es ese deseo irresistible y no controlado de querer orinar, lo más molesto de la situación: trae de cabeza al 20% de las mujeres mayores de cuarenta años y al 38% de las que rondan los setenta.

Es muy característico que la IUU sea consecuencia de ciertos estímulos provocativos como es abrir un grifo y escuchar el correr del agua; o muchas veces al llegar a tu vivienda subiendo las escaleras o en el ascensor e intentar introducir la llave en la cerradura de la casa con la ansiedad de tener que llegar al inodoro.

A veces nos encontramos ante la polaquiuría: La típica mujer que hace 15 o 20 pipís durante el día o se tiene que levantar numerosas veces de la cama por la noche, lo que se llama nicturia, algo que también es una enfermedad. 

“Las mujeres afectadas por incontinencia urinaria limitan sus salidas a la calle por tener que estar siempre pendientes de encontrar un baño en el momento que lo necesitan, o que tienen que levantarse muchas veces durante la noche a orinar, lo que impide el adecuado descanso; hábito involuntario que conlleva otras consecuencias”, destaca.

¿Y todas las mujeres sufrirán en algún grado la incontinencia urinaria?

“No, no todas. Se habla de una prevalencia de entre 10%-25% en mujeres adultas, según las series que se consulten. Pero yo diría que muchas, muchas lo padecerán en algún momento de su vida”, subraya González Enguita.

“Sin tener una causalidad directa, se sabe que la IUE está favorecida por el embarazo, los partos, la obesidad, el tabaquismo, la fortaleza del suelo pélvico; y la la IUU puede estar condicionada por algún desorden metabólico o neurológico, como puedan ser la diabetes, la esclerosis múltiple, los accidentes cerebro-vasculares (ictus), el deterioro cognitivo (demencia, párkinson)… constituyen, en estos casos la llamada vejiga hiperactiva”, destaca.

“Sin embargo -añade-, en la mayoría de las pacientes las causas son idiopáticas, es decir, sin conocer un motivo claro o exacto del porqué se producen”. Motivo que fundamenta que la urología estudie y diferencie una incontinencia de otra, así como un análisis en profundidad de aquellas situaciones mixtas.

“Debemos establecer un diagnóstico perfecto -recalca-, para lo que es necesario buscar las circunstancias o detonantes que las provocan con el fin de evitarlas o para diferenciar enfermedades que influyan en su aparición”.

El diagnóstico se apoya en la prueba indolora de la urodinamia y el correspondiente uso del urodinamómetro, tecnología propia de una consulta ginecológica que sirve para diagnosticar, analizar y tratar la incontinencia urinaria de la mujer, o del hombre, por diferentes causas.

Soluciones a la incontinencia urinaria de mujer

La incontinencia urinaria de las mujeres no es problema asociado a la edad que se deba considerar “normal”, ya que ese momento “desafortunado e involuntario” es una enfermedad que se puede y se debe curar con fisioterapia, con fármacos o con cirugía.

Todos los tratamientos pasan, primero, por la preceptiva anamnesis, donde la mujer detalla su historial clínico, además de facilitar algunos datos relacionados con sus hábitos sociales. Es una fase con intención claramente conservadora, puesto que la mejoría se obtiene:

- Instruir en reeducación vesical, teniendo micciones pautadas, frecuentes y con intención de “vaciar completamente la vejiga”.
- Ejercitar la musculatura del suelo pélvico, haciendo ejercicios muy disciplinados de rehabilitación y fortalecimiento de esta zona corporal.
- No dejar de beber agua, pero en pequeñas cantidades a lo largo del día… hábito saludable que suelen abandonar, sin necesidad, las mujeres que sufren incontinencia de orina de urgencia.

La Incontinencia Urinaria de Esfuerzo -leve, moderada o grave- que no se resuelve con un tratamiento conservador, se soluciona hoy en día mediante una cirugía sencilla por vía vaginal: “Se coloca una cinta muy fina debajo de la uretra, que la soporta en el momento del aumento de la presión abdominal para impedir la perdida de orina”, explica la médica y cirujana.

La Incontinencia Urinaria de Urgencia se trata mediante fármacos (anticolinérgicos, agonistas de Beta 3, etc.) que controlan las contracciones vesicales que desencadenan la pérdida de orina. Se aplican en el 99% de los casos y tienen muy buen pronóstico, aunque son necesarias dos condiciones básicas: la adherencia a los medicamentos y la paciencia, puesto que el proceso durará algunos meses.

En un segundo escalón terapéutico, también ayudan la electroestimulación a bajas dosis de la zona o  la inyección de toxina botulínica en la vejiga.

El consejo de la especialista es: "Mujeres, perded el miedo, la vergüenza o el pudor a consultar esta problemática con vuestr@ médic@, porque cada vez se conoce más y mejor esta patología y disponemos de las mejores soluciones… evitad la pérdida de orina, siempre que podáis: mejorando vuestra información sobre el tema, ejercitando la musculatura del suelo pélvico, teniendo micciones regulares y pautadas, vaciando completamente la vejiga en cada ocasión y, sin duda, bebiendo agua a pequeñas cantidades a lo largo del día”.

EFE

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