La suerte de la pequeña Sara Sophia está en manos del Invima.
La suerte de la pequeña Sara Sophia está en manos del Invima.
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La batalla de la niña Sara Sophia para que el Invima le autorice su medicamento

Mientras el Instituto de Vigilancia de Medicamentos se niega, cada vez más empeora el estado de salud de la menor.

A sus seis años de edad, Sara Sophia Barros Morales libra una dura batalla para que el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) le autorice un medicamento que le fue recetado para su tratamiento de Atrofia Muscular Espinal (AME) Tipo 2, enfermedad que le fue diagnosticada cuando apenas contaba con 12 meses de edad, después de recorrer varias ciudades y muchos especialistas

De acuerdo con los portales médicos, la Atrofia Muscular Espinal es la primera causa genética de muerte en niños y requiere de un abordaje multiprofesional. Se trata de una enfermedad genética que ataca las células nerviosas llamadas neuronas motoras que se encuentran en la médula espinal. Por lo que priva a quien los sufre, de la fuerza física necesaria para moverse, caminar, respirar y comer por estar afectadas las neuronas motoras de la médula espinal.

Estas neuronas se comunican con los músculos voluntarios, es decir, aquellos que la persona puede controlar, como los de los brazos y las piernas. Un signo importante de esta enfermedad en los niños es la dificultad respiratoria. Ellos respiran más agitado porque posee un escaso desarrollo y fuerza de la musculatura intercostal. Infla el abdomen y retrae el tórax en la inspiración. Tampoco tienen reflejo de la tos.

En esencia, esta es la situación que sufre la pequeña Sara Sophia.

Su médico tratante, Asis de Jesús Rodríguez Villanueva ordenó un manejo con el medicamento Nursinersen (Spinraza) que no se encuentra en Colombia pues es un vital no disponible, según explicó su mamá Laura Morales.

Desde entonces, no ha sido posible la entrega del medicamento por parte de la EPS Salud Total, que a su vez traslada la responsabilidad al Invima.

Frente a este ‘paseo’, los padres de la pequeña Sara han interpuesto acciones de tutela, que tampoco han tenido ningún efecto pues los fallos, como el del Juzgado 16 Civil del Circuito de Barranquilla, conducen a la realización de ‘profundos estudios’ para determinar si el medicamento es no el aconsejable.

En desarrollo de estos procesos judiciales, la EPS Salud Total argumenta la negación del medicamento señalando que luego de realizar verificaciones, trámites administrativos y una junta interdisciplinaria con la participación de varias especialidades médicas sobre el caso de la menor, concluyeron que el mismo no cuenta con los estudios suficientes que garanticen el éxito del tratamiento.

Adicionalmente, la EPS sostiene que solo existen estudios de nivel de evidencia 4 para pacientes con AME Tipo 2 y la aprobación de la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos la European Medicines Agency (EMA) fue realizada con AME Tipo 1.

Por su parte, la Sala de Moléculas Nuevas, Nuevas Indicaciones y Medicamentos del Invima ha negado las dos solicitudes que fueron presentadas, en 2017 y 2018, para la importación de este medicamento, alegando que los en conceptos médicos no se conoce el efecto beneficioso que va a tener en la paciente, pues no se logrará ni la curación ni la recuperación completa de aquella.

Sin embargo, el médico tratante sustentó las razones por las cuales prescribió el medicamento, dada su utilización en Estados Unidos para este tipo de enfermedades.

“No puedo creer que el sistema en Estados Unidos esté equivocado. ¿Por qué allá sí se puede y acá no?”, cuestionó Laura Morales.

Además, lo que no se entiende es por qué el Invima autorizó el mismo medicamento para una niña en iguales condiciones de salud, en Medellín, mientras se mantiene en negarlo para el caso de Sarita.

“Este medicamento es la única esperanza que hay a nivel mundial. Vale la pena lucharlo”, puntualizó.

Frente a esta situación, la vida de Sara Sophia queda en manos del Invima.

 

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