Taller de Luz Hernández.
Taller de Luz Hernández.
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Zona Cero

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En Barranquilla, cuatro voluntarias dedican la cuarentena a la fabricación de tapabocas que donarán a hospitales

Amigos ayudaron a la compra de la materia prima.

Un millón de pesos que amigos donaron a la iniciativa le sirvieron a cuatro voluntarias barranquilleras para iniciar una loable labor en tiempo de emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus que llegó a Colombia el pasado 6 de marzo.

Ante la escasez comercial de tapabocas, y para que no ocurra lo de Europa y Asia, en donde el material escaseó en los hospitales, a ellas se las ocurrió pasar su tiempo de cuarentena en un taller de modistería en el norte de Barranquilla.

La historia comienza cuando la comunicadora Lissette Rodríguez anunció en una historia por Instagram que estaba haciendo tapabocas de forma manual.

Con ella se comunicó su amiga Luz Hernández, una emprendedora administradora de empresas. “Le dije, necesito ayudarte, yo tengo mi taller y está a completa disposición para que hagamos los tapabocas”.

Luz Hernández, en acabado de los Tapabocas que donará a la Secretaría de Salud.

Al socializarse la idea, amigos de Lissette y Luz, las apoyaron. Hicieron donaciones y se concretó cómo fabricarlos recibiendo la asesoría científica para elaborarlos.

Las dos jóvenes compraron 100 metros de tela antifluido e igual cantidad de tela quirúrgica. igualmente, elástico blanco delgado, hilo y empaques plásticos.

“Nunca habíamos hecho tapabocas porque aquí hacemos vestidos de fiesta”, dijo Luz Hernández, hablando de su taller.

A la causa se unieron las mamás de Luz y Lissette: Luzmila Panchap, modista de oficio con más de 30 años de experiencia, y Elssy Pino Tapias, odontóloga pensionada del Ejército Nacional.

Para la fabricación de los tapabocas se hacen cortes de tela de 20 cms. por 20 cms. De la tela que se compró saldrán 3.600 tapabocas que se donarán a la Red de Hospitales de Barranquilla, para lo cual ya se contactó a la Secretaría de Salud de Barranquilla.

Las jóvenes y sus madres tienen el propósito de que los barranquilleros se tomen el tema “muy en serio”. De los 3.600 tapabocas que fabricarán con la materia prima que se compró, ya tienen 400 terminados. “Quisiéramos hacer muchos más, pero no podemos poner en riesgo las vidas de nuestras mamás".

Al iniciar el aislamiento obligatorio, Lissette, su amiga y las madres de las dos jóvenes esperan terminar los tapabocas que entregarán al personal médico antes de que se acaben los insumos médicos en los hospitales, tal como aconteció en Europa.

 

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