El maestro Chelo De Castro cumple 99 años este 19 de marzo.
El maestro Chelo De Castro cumple 99 años este 19 de marzo.
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El saleroso Chelo De Castro

Este martes 19 de marzo está cumpliendo 99 años de vida. Homenaje a través de una crónica publicada sobre él en los años setenta y redactada por Lagardere.

Por Ahmed Aguirre Acuña

Cada año, en el 19 de marzo, Día de San José, diversos medios escritos y radiales se ocupan de recordar la fecha de nacimiento, por ende del cumpleaños de un personaje de Barranquilla que se ha convertido en un verdadero icono que nos identifica nacionalmente. Se trata nada menos que de don Chelo De Castro C., un verdadero símbolo del periodismo colombiano.

Es –de acuerdo con los estadígrafos deportivos- el más longevo de Colombia y quizá  del mundo ejerciendo la profesión de comunicador.

Hoy, Día del Patrono de los trabajadores, San José, elmaestro Chelo, como también se le conoce, arriba a los 99 años de vida y de ese transcurrir existencial, más de setenta los ha dedicado a la profesión más noble -aunque también paramuchos- ingrata de comunicar a la gente.

Los periódicos donde ha militado en su transcurrir como columnista están empañados conentrevistas, reportajes y crónicas de su trajinar andariego; y los medios radiales donde acumulacualquier cantidad de comentarios hablados en su inigualable Desfile Deportivo, han hecho eco de su recorrido periodístico.

Quien esto escribe ha publicado en los últimos años por esta misma fecha, reportajes y crónicas a don Chelo, gratamente presentadas por zonacero.info portal de redes sociales con unainigualable captación de seguidores en todo el país y más allá de las fronteras.

Don Chelo acumula (desde 1945), 74 años ininterrumpidos escribiendo su columna diaria en los distintos medios escritos de la ciudad y (desde 1953), 66 años con su radial Desfile Deportivo en diferentes emisoras) lo que le avala como el más persistente de la labor periodística del país y quizá del mundo.

Y como él mismo lo afirma, “quiero morir ejerciendo mi profesión”, así mismo, quienes nos creemos discípulos de este insigne maestro no solo nos complacemos en su onomástico, sino también deseándole muchos más para para seguir disfrutando con sus inigualables apuntes.

Don Chelo De Castro, en compañía de su esposa Judith y sus hijos José María, Iván José, Aníbal José, Darío, Silvia, Bellita y José Víctor, conocido como Chelito.

Hoy, día en que el maestro cumple un año más de vida, “sus 99 marzos entre pecho y espalda” como diría el propio protagonista, hemos preferido traer al presente una crónica publicada hace más de 40 años en una importante revista deportiva local y que bajo el mismo título que identifica esta nota, fue publicada con autoría de Enrique Ruiz Machuca, mejor conocido como “Lagardere” uno de los más reconocidos periodistas de los años sesenta y setenta y considerado acérrimo defensor de los intereses deportivos de la región. He aquí dicha crónica:

Chelo el saleroso

- Las cifras, lo sabemos todos, son frías y lucen impávidas, como una lápida. Alrededor de ellas conviven los matemáticos en batalla singular con los logaritmos. Y las ecuaciones, pero siempre petrificados dentro de la rotunda atención que tienen que aplicarle a la ejecución de cualquier operación.

Los números obligan a una gris convivencia, rodeada de silencios. Es un mundo cabalístico de signos, donde danzan las cifras al compás de una sinfonía aterradoramente seria.

Sobre la frialdad de los números se ha hecho singular literatura. Pero nadie, que sepamos, ha logrado “el milagro” de CHELO, hacer humorismo con las cifras arrancándole a esa mole impávida torrentes de carajadas o valerse de su pétreo significado para convertir sus relatos en deliciosas croniquillas.

Chelo es uno de los periodistas más recursivos con que cuenta el Atlántico. Ajeno al egoísmo es incapaz de librar batalla contra la verdad. Respeta y admira al cultor del deporte, pero es socarrón y egoísta con alguna de sus manifestaciones. No es un periodista por vocación sino por condiciones. Sus afectos inconmensurables se han aliado a la pelota; y sus cordiales antipatías las ha montado en brioso corcel para restarle importancia al fútbol. Califica al primero como “juego de ciencia, y al segundo como actividad indefinida”. Y es que él no se explica que lo que se dilucida con las extremidades pueda tener repercusión sobre la inteligencia.

Las crónicas de Chelo se leen con fruición. Y en cualquier lugar o momento su lectura produce inefable placer. Es el resultado de las cosas agradables. El filón de ese salero-quien lo creyera - proviene de los “numeritos” que fabrican los “hits” y los “errores” es que se enreda la actividad del deporte de su preferencia y que se estereotipian en la planilla que le sirve de pauta e inspiración.

Y vaya el ejemplo. En la pelota todo es parsimonioso para el cronista común y corriente, con cuatro líneas bastan para el relato. Para CHELO, la gesta de un partido la arranca desde su génesis.
Y en su información, que es también apretada síntesis hay la visión retrospectiva de las “dudas” del cátcher, la “angustia” del pitcher y la “firmeza” del bateador, los antecedentes del que está en turno, pero mandando sin ceremonial al mundo de las sardinas a la Real Academia para llenar el relato de su picardía costeña que es una salsa que le da sabor y color a la crónica.

Y cuando el aficionado llega al punto culminante del relato, ya Chelo, ha dicho dos anécdotas, ha clavado tres pinchazos, se ha llevado por delante a los parciales y ha puesto a tambalear a la misma junta directiva. Y todo eso extraído de unos simples numeritos –auténtico jeroglífico- para el profano –estampado en su desgarbada letra en un modesto cuaderno colegial, impregnado también como Chelo, de un demirriado aspecto. Porque no es un Tarzán que se diga.

Chelo es dueño de un estilo peculiar, y ese estilo es su mejor rúbrica. Fabricante de “Slogans” deportivos, tiene la virtud de romper el hielo con un certero apunte o desbaratar una eventual tensión con un irónico comentario.

Pero en el fondo es incapaz de herir o maltratar, de disminuir méritos o restarle importancia a alguien. No es estorbo para nadie ni competidor de ninguno. Es un luchador que forja los minutos de su vida al calor de su noble corazón, llevando por delante, como una bandera, esa inagotable bondad que le acredita su procedencia espiritual, pidiendo “solo vía para su alegría de vivir”...

Y es que ¡ese es su estilo, y así es Chelo..! “Lagardere”

(Crónica de los años setenta de Henrique Ruiz, publicada en una importante revista deportiva y que forma parte del proyecto biográfico que en un volumen histórico de quien esto escribe esperamos sea publicado en breve tiempo).

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