Santiago Giraldo, tenista colombiano.
Santiago Giraldo, tenista colombiano.
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Cristian Mercado.

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Santiago Giraldo, un tenista de las pequeñas alegrías

El colombiano vuelve a las competencias tras un largo receso.

Aunque a los 30 años su revés a dos manos sigue siendo venenoso, el colombiano Santiago Giraldo cree que su única oportunidad de volver a los grandes salones de la ATP está relacionada con una apuesta a las pequeñas alegrías del tenis.

"He regresado después de seis meses con la prioridad de jugar con cariño. Buscaré alcanzar el ránking más alto posible, pero sin sufrimientos", confesó en entrevista a Efe el jugador originario de Pereira, en el oeste colombiano.

Hace medio año Giraldo se dio cuenta de que la presión del circuito y la obsesión por mantenerse entre los mejores del mundo le habían quitado frescura y decidió alejarse del juego con el propósito de dedicarle tiempo a los afectos que colorean su vida.

"Jugaba en el cuadro principal de los grandes torneos, estaba bien colocado, pero no tenía la misma pasión y no podía permitirlo porque lo más importante en la vida es la tranquilidad de irse a dormir tranquilo y no podía perderla", cuenta.

Uno lo escucha y parece tratar con un maestro espiritual o tal vez con algo mejor, un niño grande al que se le iluminan los ojos si habla de sus sobrinos, de los cuentos de su abuela, de libros o del amor a sus caballos y sus perros en Pereira.

"A todo eso me dediqué. Me gusta la literatura y aproveché el tiempo para volver a los libros de García Márquez, de quien he leído todo, compartí con la familia y me fui a la Sierra Nevada de Santa Marta, donde compartí con los indígenas", revela.

En septiembre de 2014 Santiago Giraldo llegó al lugar 28 de la lista de la ATP. Por entonces jugó sin complejos ante los santos del circuito encabezados por Roger Federer y Rafael Nadal y le ganó a algunos de los mejores como el escocés Andy Murray, el croata Marin Cilic, el francés Jo Wilfried Tsonga o el canadiense Milos Raonic.

"Poco antes dejé a una novia, me alejé del teléfono celular y las redes sociales y me concentré solo en el tenis. Ahora estoy en otro momento de mi vida, he vuelto a entrenarme con cariño y siento que me cuerpo está sano y vuelvo a tener gran forma física", revela.

En un acto de agradecimiento, en el medio año fuera, Giraldo visitó Barcelona, Madrid y Marbella, las ciudades españolas donde vivió, y pasó por Miami, otro de los sitios donde mejoró su tenis hasta llegar a la condición de top 30.

"También estuve mucho tiempo solo y asistí a festivales de arte, música y literatura. Volví a encontrarme conmigo mismo y eso vale mucho para mí", dice sin importarle que la ausencia le costase bajar al lugar 292 de la clasificación de la ATP, lo cual equivale a olvidarse de momento de Australia, París, Londres y New York, donde fue un fijo en los Grand Slams.

Ayer Giraldo perdió dos sets a uno con el alemán Mats Moraing, raqueta 156 del mundo, en su debut en el Challenge de la Ciudad de México, lo cual le confirmó que el regreso será duro.

El colombiano hizo una mueca tras la derrota, pero horas después se fue a la cama tranquilo, confiado en que en sus seis meses fuera de la cancha encontró una herramienta quizás mejor que su revés venenoso: la capacidad para apreciar la belleza del juego, a la que une unos deseos casi animales de volver a entrenarse como poseso.

"Los resultados serán una consecuencia de mi alegría", dice con tono de sabio, convencido de contar con lo necesario para volver a la alfombra roja del tenis, en la cual se vio par de veces con Federer, seis con Nadal y otras dos con Novak Djokovic y comprobó que los dioses del tour tienen un maravilloso lado humano y, como él, a veces también dan prioridad las pequeñas alegrías.

EFE

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