Olivier Giroud en un entrenamiento de Francia.
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La euforia del anfitrión ante la máquina alemana, por un puesto en la final

A las 2 de la tarde iniciará el partido.

Alemania y Francia reviven su vieja rivalidad este jueves, en el Velodrome de Marsella, con la final de la Eurocopa en juego y un pronóstico incierto.

En principio, Alemania, avalada por los antecedentes y su condición de campeona del mundo, debería ser la favorita, pero las numerosas bajas con las que cuenta Joachim Löw y las dudas que mostró el propio técnico ante Italia han limado un poco el aura de inaccesible de la "Mannschaft".

Si hace dos años, durante el Mundial, Alemania fue creciendo hasta llegar al punto álgido en la histórica semifinal frente a Brasil (1-7), en esta Eurocopa llega con dudas hasta la penúltima ronda.

Löw no ha dado con un sistema ofensivo que le convenza. Comenzó con Mario Götze como falso 9, pero no respondió a lo que esperaba y tampoco ha contado con la aportación de un irreconocible Thomas Müller, que incluso falló su penalti en la tanda contra Italia.

Pero sus dudas también se extendieron al esquema defensivo. Ante los italianos fue un conjunto más precavido, con una línea de tres centrales y un centro del campo reforzado, que no se soltó las ataduras hasta el segundo tiempo. No ha sido la Alemania combinativa del Mundial, que recordaba en muchas fases a la mejor España, sino más bien un conjunto que simplemente busca tener el balón lejos de su meta.

Al técnico alemán, además, se le ha caído medio equipo antes del que se supone que será el encuentro más complicado.

No tiene por sanción al central Mats Hümmels y por lesión no podrá utilizar ni a Sami Khedira, ni a Mario Gómez, la solución ofensiva en los últimos partidos.

Con la buena noticia de la recuperación de Bastian Schweinsteiger, confirmado hoy por el técnico en el once titular, en el que sustituirá a Khedira en el centro del campo, y pendiente de la sobrecarga muscular del central Benedikt Höwedes, Löw tiene que recomponer un rompecabezas confiando más en la calidad de su plantilla que en un funcionamiento armónico.

La ausencia de Hümmels puede ser cubierta por el joven Joshua Kimmich, un centrocampista al que Pep Guardiola reconvirtió en central en el Bayern. Götze o André Schürrle, con Lukas Podolski o el joven Leroy Sané como otras posibilidades, son las opciones atacantes.

Francia, mientras, llega eufórica a Marsella. Ante Islandia (5-2) desaparecieron todos sus complejos, por fin dio una buena imagen y se ganó a una afición que espera convertir el Velodrome en una olla a presión.

Cuenta, además, con el deseo de revancha. El de los actuales jugadores, la mayoría de los cuales sufrió una dolorosa derrota en los cuartos de final de Brasil 2014 (1-0) y el de generaciones que ha visto cómo los alemanes siempre se imponían en los partidos oficiales, todos en Mundiales.

Pese a que en el total de enfrentamientos, Francia ha ganado más partidos (12-6-9), "les bleus" no derrotan a Alemania en un partido oficial desde hace 58 años, cuando se impusieron por 6-3 en el partido por el tercer puesto del Mundial de Suecia, con cuatro goles de Just Fontaine.

Didier Deschamps recupera para este partido al valencianista Adil Rami en la defensa y al centrocampista del Leicester N'Golo Kanté, pero podría mantener a Samuel Umtiti, el fichaje sorpresa del Barcelona, y Moussa Sissoko, que jugaron ante Islandia.

Su reto es demostrar que puede atacarle al campeón del mundo, aprovechando el buen momento de Antoine Griezmman, Olivier Giroud y Dimitri Payet, la delantera más efectiva del torneo.

EFE

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