Léiner Escalante, durante la polémica celebración.
Foto
Hansel Vásquez

Share:

Creerse estrella cuando apenas se está amarrando los guayos

Cuatro faltas en una sola celebración desnudó la inmadurez del futbolista del Junior Léiner Escalante.

Cuatro faltas en una, que merecieron expulsión, que seguramente merecerá suspensión de partidos y multa económica por parte de Dimayor, pero que merece una multa más por parte de los directivos del club, identifica hoy a al jugador  Léiner  Escalante, del registro de Junior.

Se le olvidó su condición de futbolista para mostrar en cambio la cara de la desvergüenza. Actos como los de Escalante el sábado en el estadio Roberto Meléndez rayan en lo impropio de un jugador profesional y se convierte en un vulgar inadaptado de las canchas.

El gol marcado al Cali, segundo del equipo finalizando el primer tiempo y que sellaría el resultado definitivo si bien merecía una celebración por el momento, no era suficiente como para mostrar  la personalidad negativa de su autor. No solo fue el agarrarse los genitales y mostrarlo a las tribunas, no solo el gritarlo desenfrenadamente como lo hizo el jugador, sino que además hizo acompañado de dos palabras incultas como fueron H.P. que nos recuerda hijos de quien se es y la de Mal P…que igualmente denigrar de la forma como la mujer trajo al mundo a su hijo. Y como ñapa, al sentirse rodeado de sus compañeros, tapar con la mano la oreja como diciendo “cállense, ya los callé”.

Es la expulsión más acertada de las que haya podido hacer el árbitro del partido Wilman Roldán. Y es la expulsión más justa y merecida que inclusive mereció el reconocimiento del público para con el juez del partido. A Escalante se le olvidó que es ese mismo público el que lo había venido pidiendo en la formación del técnico Alexis Mendoza. Se le olvidó que es la oportunidad que todo jugador espera para mostrar sus condiciones. Se le olvidó que aún no ha logrado escalar posiciones como para sentirse crack o estrella del equipo. Se le olvidó que es apenas un imberbe que necesita recorrido para ganarse la titularidad.

Se le nubló el mundo. Y creyó a lo mejor que con aquel gol, segundo en su cuenta personal en el club, ya podía desquitarse de los gritos y abucheos que por momentos el público le prodigaba no solo a él que había perdido un gol al comienzo del juego y que no había vuelto a aparecer, sino  al equipo en general que con un hombre más y con la ventaja  de un  gol se dedicó a pasear el balón en el medio sin profundizar en busca de más anotaciones.

Se le olvidaron muchas cosas a este jugador en ciernes que apenas está aprendiendo a amarrarse los guayos. Y que se cree ya última Coca Cola del desierto. ¡No señor Escalante! Todavía no le ha llegado la hora de querer y poder cobrarse insultos y ofensas. Cuando usted haya ganado títulos, cuando sea un goleador o un jugador titular, con pergaminos de  crack a cuestas, entonces sí podría decirle al público “Este soy yo, apláudanme..”

Siempre hemos sido defensores de lo nuestro, del valor criollo. Siempre hemos bregado para que a los futbolistas del patio les den las oportunidades que se le brindan a otros que son de otras partes. Y siempre hemos pedido a quienes portan la camiseta del Junior, que sean verracos, que sean honestos y que tengan carácter. En una frase más de moda, “que tengan sangre, que tengan corazón y alma” para defender la causa. Pero eso se hace luchando de principio a fin, sin doblegarse ante el rival aunque este se muestre mejor en la cancha, corriendo y sin dar cuartel; pero nunca cobrándole al propio hincha las exigencias que nos hacen.

Escalante no alcanzó a dimensionar el perjuicio que pudo haber causado a su equipo. Ni dimensionó el malestar que puede generar entre la afición con él mismo. Se le olvidó que no se requiere agarrarse y mostrar los genitales a las tribunas para demostrar que es hombre. Ni de creer cobrarse venganza mentando madres y recordando el mal nacimiento que pudiera haber tenido alguien. Ser hombre de verdad y ser honesto y verdadero profesional del fútbol se consigue con calidad y actitud en la cancha. Lo otro, lo que hizo este jugador se puede aceptar como manera de recrearse en medio de amigos o contertulios de vecindad o en las esquinas de los barrios.

Ojalá señor Escalante la lección sea bien aprendida. Y ojalá, usted y sus otros compañeros no  conviertan las críticas en una costumbre mal sana contra el público que es a quien se deben. No importa aunque por algunas muestras en cortes de pelo o posturas en vestimenta los comparen con reguetoneros.

Razón tiene el colega Hugo Illera cuando dice que los reguetoneros son exitosos porque cantan bien. Montan shows que mueven multitudes y por eso les pagan fortunas.  Los futbolistas no juegan en las redes sociales, sino en las canchas y ¡si quieren ser exitosos y ganar fortunas, deben  mostrarse y demostrar en el campo de juego que se lo merecen! 

Más sobre este tema: