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2015

Martiniano Acosta

Martiniano Acosta

 

1984 fue una novela escrita por George Orwell que creó mucha inquietud en la sociedad de entonces. Cuando estaba finalizando el año 1999, el número 2000 en el calendario generó una serie de profecías, de conjeturas, incluso hipótesis acerca del final del mundo.  Es  cierto que las cifras provocan emociones positivas o negativas.   Así que el 2015 tampoco escapa a ese halo energético que conllevan los años. En el 2014 hubo promesas nunca cumplidas. Contratos nunca terminados. Palabra jamás cumplida. Amores jamás comprendidos. Presupuestos que jamás alcanzaron. Ilusiones rotas. Inseguridad. Deseos frustrados. O, tal vez, se cumplieron felizmente otras situaciones.

No podría faltar en este artículo esas canciones clásicas que nunca se dejan de escuchar: “que se olviden de los recuerdos, que se llenen de parabienes”, del compositor Rosendo Romero e interpretada por Diomedes Díaz. O “Yo no olvido el año viejo porque me ha dejao cosas muy buenas, ayyy, yo no, no,no, olvido el año viejo, porque me dejao cosas muy venas, me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”, del compositor Crescencio Salcedo. Melodías propicias para final de año las que, al escucharlas, de hecho nos anuncian la quema del año viejo y la entrada del nuevo que nos hace forjar muchas ilusiones.

De modo que voy a presentar esa serie de deseos, ilusiones y recomendaciones para este 2015 el cual ha comenzado con la velocidad de un auto de carrera:

Deseo que  no utilicen la estrategia del fenómeno del Niño para seguir manteniéndonos muriendo de sed y sea el pretexto perfecto para los que administran esta región caribe.

 Deseo que nunca se vaya el fluido eléctrico en ningún barrio de las ciudades de la Costa.

Deseo que, por favor, el dólar no aumente cada hora. El ascenso de este va por ascensor mientras que nuestro pobre peso colombiano va por escaleras.

Deseo que, por ejemplo,  el IVA se vaya pronto de nuestra canasta familiar. Igual que el 4 por mil. Si se negocia en Cuba la paz, ¿se acabará el 4 por mil?

Deseo de todo corazón que muy pronto de la Mesa de Negociaciones en la Habana, surja la frase: HABEMUS PAX. 

Tengo la ilusión que en el 2015 el salario mínimo no se dé por decreto presidencial sino por consenso nacional.

Tengo la ilusión que las instituciones que vigilan nuestra seguridad, se armarán de valor, de estrategias, de paciencia para que haya más Seguridad y el crimen organizado y no organizado llegue a su final.

Tengo la ilusión que en el 2015 vamos a ser menos violentos, más tolerantes, tanto que no  van a importar  los piropos.

Tengo la ilusión que no habrá sobre esta tierra de leones ni un niño muerto más con las fatídicas balas perdidas.

Tengo la ilusión que mejorarán las películas de terror.

Recomiendo que no se coma tanto chorizo ni salchipapas porque, a pesar de ser el plato exquisito de la clase popular y media, no es el más recomendable para la salud.

Recomiendo que Cervecería Águila siga patrocinando el fútbol colombiano. A pesar del  lema: “Prohibida la venta de bebidas embriagantes a menores de edad”.

Recomiendo a aquellos alcaldes que saldrán elegidos en este año, por favor, inviertan el presupuesto en salud, educación y cultura. Ojo con la corrupción que ronda esos presupuestos.

Recomiendo a las autoridades civiles estar pendiente de las epidemias para no dejar morir a sus conciudadanos por simple negligencia.

Recomiendo tener varias fotocopias de la cédula en la agenda. En cualquier momento alguien se las solicitará.

Recomiendo ser más puntual en las reuniones, no sigan contribuyendo con la frase: “es que nosotros los colombianos siempre llegamos tarde, somos así”

Quedan por fuera de esta lista muchos deseos, muchas ilusiones y algunas recomendaciones. Finalmente, exhorto no beber, no fumar, hacer  deporte y hacer el amor, y se darán cuenta de que tendrán tanta longevidad como Matusalén.

Santa Marta, cerca del mar.

Enero 24 de 2015.

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